Benito Pérez Galdós: Electra

 


Cuando leía en Wikipedia sobre Maeztu encontré esta cita de los diarios de Baroja:

Comenzó el drama en medio de una gran expectación. El público temía que pasara algo. En uno de los momentos en que aparece un fantasma, Azorín me agarró del brazo, y vi que estaba conmovido. Cuando el joven ingeniero (Máximo) derriba a Pantoja, Maeztu, desde el paraíso, con voz tonante, dio un terrible grito de ¡Abajo los jesuitas!"

Se refieren al estreno de Electra (30 de enero de 1901). Ya dije en la reseña de Hacia otra España, que Azorín, Baroja y Maeztu formaron el “grupo de los tres”. Su manifiesto original contenía esta cita que aparece en «Los tres» y Electra. La creación de un grupo generacional bajo el magisterio de Galdós:

Poner al descubierto las miserias de la gente del campo, las dificultades y tristezas de la vida de millares de hambrientos, los horrores de la prostitución y el alcoholismo; señalar la necesidad de la enseñanza obligatoria, de la fundación de cajas de crédito agrícola, de la implantación del divorcio, como consecuencia de la ley del matrimonio civil.

Algunos de estos problemas los encontramos en las novelas de Galdós. Así pues, no es de extrañar que este grupo de jóvenes se identificara con el maestro:

En su búsqueda de un maestro y guía, el nuevo grupo descubrió a Galdós y adoptó una actitud furiosamente anticlericalista. El 29 de enero de 1901 se celebró el ensayo general de la Electra de Galdós, estrenado al día siguiente. A aquel estreno acudió la vanguardia de la juventud literaria y, como veremos, este acontecimiento se convirtió en la bandera política de la nueva generación.

El diario El país dedicó la primera página bajo el título “Electra, reaparece” (El acontecimiento artístico político), en la que podemos leer comentarios de Baroja, Maeztu, Azorín (ya firmaba así), Octavio Picón y Benavente y de otros que no conozco.

Aunque no tenía en mente leer por ahora teatro de Galdós, creo que con todos estos datos justifico plenamente la lectura de Electra. Con “los datos” y también por la curiosidad que me ha generado la reciente lectura de Un enemigo del pueblo.

Electra es una joven de 18 años que vive con sus tíos, Evarista (50 años) y Don Urbano (55 años). Lo de las edades lo pongo porque Galdós lo incluyó en la lista de personajes que aparece al inicio. Tienen como vecino a Máximo (35 años), científico viudo con varios hijos que se dedica a descubrir e inventar cosas. Todos viven en la abundancia. Electra es una joven un poco desequilibrada. Se comporta a veces como una niña traviesa y no está claro al inicio si siente como mujer o como niña cuando interactúa con los hombres que la rodean.

En la casa hay dos fuerzas que envuelven a la joven. Por un lado, los tíos, auspiciados por el que parece ser el “cura” de la familia, Don Salvador Pantoja (50 años), intentan que se meta monja. Por el otro, la propia joven que no siente vocación y el Marqués de Ronda (58 años), que al principio parece mirarla con obscenos ojos, y Máximo que, aunque al principio también solo ve en ella una hermana mayor de sus hijos, poco a poco empieza a sentir algo por ella.

Todo indica a mitad de la obra que la fuerte influencia de Pantoja va a lograr que Electra acabe en el monasterio. Pero Máximo, al percatarse de lo que siente (con la ayuda del Marqués, pues es un poco despistado para estas cosas del corazón, pensando siempre en sus experimentos), le pide la mano y ambos deciden casarse. La familia no se atreve a interponerse. Pero Don Salvador descubre que hay un impedimento definitivo para la boda.

Acostumbrado a las novelas de tesis que he leído últimamente de Galdós, Doña Perfecta, Gloria y La familia de León Roch, el cabreo que te hace sentir Electra casi es “insignificante”. Pero además el final de la obra no tiene nada que con el de aquellas. Decía Clarín del teatro de Galdós que su importancia radicaba en que no eran obras teatrales, sino novelas adaptadas al teatro (me atrevo a decir guiones). A mí me ha recordado mucho a Ibsen. También me ha recordado a las novelas de Palacio Valdés La hermana San Sulpicio (por ella) y La  alegría del Capitán Ribot (por él).

Sin lugar a duda una imprescindible de nuestra literatura.


 

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