Benito Pérez Galdós: La familia de León Roch

 


Con La familia de León Roch (1878) Galdós termina su ciclo dedicado a la novela de tesis. Después de escribir Gloria, escribió Marianela, que ya me leí hace mucho tiempo, dentro de ese ciclo que termina con esta novela. En esta ocasión el conflicto ocurre cuando una mujer católica, María Egipcíaca Sudre, se casa con un ateo, León Roch. Al principio se nos muestra cómo él prefiere la seriedad y sobriedad de María frente a la ligereza y alegría de Pepa Fúcar, joven hija del millonario marqués de Fúcar, que acaba casándose con Federico Cimarra, un buscavidas amigo de León.

El conflicto viene generado porque tanto María como León se casan con la idea de cambiar al otro. Ella quiere que él se convierta y reconozca su error. Él que ella deje de lado sus creencias en la medida que llevadas a extremo suponen que él cambie. Toda esta relación está envuelta de los diferentes intereses de las familias. Especialmente la de María, los marqueses de Tellería, derrochadores venidos a menos que se dedican a sacarle los cuartos al bueno de León, trabajador virtuoso, firme hombre de fuertes convicciones que poco a poco comprende el error que cometió al no haberse decidido por casarse con Pepa Fúcar, que estaba enamorada de él.

Galdós, maestro pulsador de las emociones, nos muestra cómo todos se ciernen contra León que poco a poco sabe que solo le queda esperar a que su mujer muera y le deje en paz. No existía en aquel tiempo posibilidad de divorciarse y María, empujada por un hermano medio loco fraile y por su consejero espiritual, y los celos, va perdiendo la cordura de tal manera que su estado de nerviosismo le llevará a la muerte. Pero, aunque durante gran parte de la obra creemos que Pepa Fúcar está “libre”, pues su marido desapareció en un naufragio, cuando ya nos estamos preparando para un final feliz después de haber aguantado toda la bilis que la situación provoca, Galdós lo resucita y da otra vuelta de tuerca…

Está bien. Pero no me ha gustado sentirme envuelto en una trama especialmente diseñada para generar odio. Ya me pasó con Doña Perfecta, que acaba mucho peor. Es posible que Galdós se dijera al terminarla, ya está bien de tanta novela de tesis que voy a acabar en Leganés como Tomás Rufete, el padre de Isidora, de La desheredada, su siguiente novela.

 

 

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