Ramón Pérez de Ayala: A.M.D.G

 


Cuando empecé a leer las novelas del XIX con la idea de seguir avanzando en el tiempo y en la Literatura Española, creo que lo hice porque me sentía literariamente "pobre" al desconocer obras fundamentales de nuestro pasado. Así, leer a Galdós o a Clarín o a Pardo Bazán lo consideraba prácticamente una obligación. La sorpresa fue descubrir a Fernán Caballero o a Palacio Valdés o a Silverio Lanza y, en esta oportunidad, descubrir a Ramón Pérez de Ayala. Copio a continuación una breve nota biográfica para que el lector aprecie la altura de este hombre:

A los nueve años ingresó en el colegio de jesuitas de San Zoil, en Carrión de los Céspedes, Palencia y dos años más tarde en el colegio (también de los jesuitas) de la Inmaculada Concepción, en Gijón, donde estudia hasta los 15 años y obtiene el título de bachiller. Más tarde volvió a su ciudad natal donde estudió Derecho y fue discípulo de Leopoldo Alas “Clarín”. Realizó estudios en Inglaterra, Alemania e Italia. Durante la I Guerra Mundial fue corresponsal de La Prensa de Buenos Aires.

Se le concedió el Premio Nacional de Literatura en 1927 y en 1928 fue nombrado académico de la Lengua.

En 1931, con José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, firma el manifiesto Al servicio de la República, manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo «Padres espirituales de la República». Al proclamarse la república se le encargó la Dirección del Museo del Prado. Fue embajador en Londres (1932-1936). Descontento con el rumbo político pre-revolucionario que imponía en España el Frente Popular dimitió de su cargo en junio de 1936 y al iniciarse la Guerra Civil Española se exilió a Francia. Vivió sucesivamente en París y en Biarritz y más tarde en Buenos Aires, donde fue nombrado agregado honorario de la Embajada de España.

Toda la obra de Pérez de Ayala parece un experimento literario en el que utiliza la ironía y lo bufo para probar a sus lectores. A éstos les costará saber si el narrador está tratando algo serio de una manera humorística o si lo que sucede es que nada es serio en sí.

A.M.D.G fue publicada en 1910. La encabeza Ramón Pérez de Ayala con una dedicatoria a Galdós:

Considero que si hay algo digno de estimación en mi libro no es sino pretendido reflejo de aquella admirable serenidad, decoro y nobleza con que, en obras de linaje semejante al de la presente, vistió usted de carne artística y de hermosura inmarcesible el austero principio de la justicia: suum cuique tribuere.

A.M.D.G es el lema de los jesuitas. En este libro nos relata Pérez de Ayala, al inicio, la creación de un colegio religioso que acaba siendo dirigido por los jesuitas. Después nos narra varias anécdotas de la vida en el colegio protagonizadas por varios jesuitas y varios niños. En especial, este libro habla de Bertuco, Alberto Díaz de Guzmán, considerado el alter ego del autor. La novela causó un gran revuelo y creo que fue prohibida. Quizás hoy en día no nos llama mucho la atención porque todos los escándalos que han salpicado y salpican a la Iglesia ya no nos hacen asombrarnos de nada. No obstante, debió de ser notable su impacto en 1910. Las primeras novelas de Pérez de Ayala tienen a Bertuco como protagonista.

Lo más interesante de la novela es su modernidad. Compuesta con retazos y pinceladas, rehúye del canon realista y naturalista. Cierto que no es una introspección del joven estudiante como Camino de Perfección o La voluntad. Hay una mayor preocupación por la forma de contar los hechos. Me ha recordado en algo al Retrato del artista adolescente (1916) de Joyce. Pero en este caso la intención de denuncia está por encima de la de ser una novela de aprendizaje. Aquí el libro acaba con una conclusión rotunda:

—¿Cree usted que se debería suprimir la Compañía de Jesús?

—¡De raíz!

Quiero comentar que yo estudié en un colegio de jesuitas y que en mi caso los profesores eran seglares y solo algún jesuita nos daba religión. Las atrocidades que en algún momento se narran en esta novela están muy lejos de mi propia vivencia. Aunque el libro, literariamente hablando me ha gustado, la intención esa de condenar las prácticas abusivas, no solo sobre los alumnos, sino incluso entre los mismos padres, me ha dejado un poco indiferente porque las veo, por suerte, muy alejadas de nuestra realidad. A pesar de esto, tengo claro que leeré más libros de este muy interesante escritor. 

Recomendable. 

 

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