Armando Palacio Valdés: La hermana San Sulpicio

 

¡Quién me iba a decir la acertada inversión que supuso comprar aquella colección de Historia de la Literatura Española de Orbis! Quizás hay algo de exageración en el comentario, pues, haciendo cálculos, de los 100+1 libros de que consta solo me habré leído una cuarta parte. Aunque si calculo el porcentaje de los libros que me he leído de toda mi biblioteca…

 Ahora ha tocado descubrir a Armando Palacio Valdés. Como muestra de la importancia de los títulos (Irene Vallejo lo trata también ejemplarmente en El infinito en un junco), el de La hermana San Sulpicio no me atraía nada. Así pues ha sido una sorpresa encontrar dentro del libro unas hojas con anotaciones mías. ¿Cuándo lo leí? Ni idea. Lo cierto es que al no recordar la impresión que me causó no sé si la edad la ha cambiado o mantenido. Sí que puedo decir ahora que es una novela magnífica. Palacio Valdés es un escritor formidable. Y esta novela me empuja a leer más libros suyos. Además, es un hombre que escribió durante los años del realismo y más allá. Así que sus novelas son un buen acompañante para cruzar de un siglo a otro y profundizar en nuestra literatura.

Palacio Valdés y Clarín fueron buenos “colegas”. Los dos se dedicaron también a la crítica. Tienen hasta un libro escrito juntos: La literatura en 1881. Clarín escribió sobre esta novela:

La Hermana San Sulpicio es, en mi opinión humilde, la mejor novela de su autor, a pesar de tenerlas éste tales que le han dado fama dentro y fuera de España, hasta el punto de ser su nombre popular en América [...]. En La Hermana San Sulpicio hay, a mi ver, algo de la maestría que consiste en dar con la transparente expresión de un gran sentimiento, sea rodeándola de circunstancias extraordinarias por razón de la intensidad, de la complejidad o de lo excepcional del modo del efecto, o sea valiéndose de formas comunes y dejando al misterio de la gracia artística la eficacia de la impresión producida. El argumento de La Hermana San Sulpicio está hecho con estos elementos: Sevilla, el sol, el amor. [ ... ]. ¡Grandes lugares comunes que han hecho decir grandes bobadas a muchos, pero que hacen decir muy hermosa poesía a los pocos que son dignos de veras de pintar tan bellas grandezas! En fin, ya hablaremos. Aquí me concreto ahora a dejar consignada mi opinión, a dar la enhorabuena a Armando Palacio. Y a aconsejar a ustedes que no se olviden de leer (sinónimo de comprar, en buenas letras) el último libro del autor de Maximina.

Palacio Valdés nos mete en la piel de un hombre de ciencias que abandona su profesión por dedicarse a la poesía lírica: Ceferino Sanjurjo. La fortuna le lleva a encontrar en el balneario de Marmolejo a la hermana San Sulpicio. Una joven monja sevillana que todavía no ha hecho los últimos votos. Heredera de una importante fortuna, se sugiere que esta fortuna puede estar jugando un importante papel en los pretendientes como en los motivos para que la familia (madre y apoderado) quiera que haga vida monacal. Ceferino sabe que lo que le empuja hacia esta novicia rebelde es el amor y cree que ella le corresponde. Sin embargo, no van a tenerlo fácil. Ella no es libre y la familia no quiere esa ni ninguna unión para Gloria, que así se llama nuestra hermana.

Esta historia que así resumida parece un folletín amoroso (no en balde fue llevada al cine ya en 1927) está narrada por Palacio Valdés admirablemente. Consigue mantener el suspense hasta el final y al mismo tiempo es capaz de describir algunas situaciones y personajes muy criticables. El mundo de la explotación de la mujer en las fábricas de tabaco se nos presenta magistralmente en un momento de chanza sobre Ceferino que evita lo melodramático. El tío Óscar, cuya descripción y nombre me hace pensar en Carlos IV, es ejemplo de conservadurismo déspota. El rival malagueño, arribista sin escrúpulos. La madre egoísta conservadora. Los colegas literarios que no dejan de ver en Ceferino a un hombre de ciencias que se ha equivocado, envidiosos lamentables... En fin, una gran novela muy recomendable.