Delphine de Vigan: Nada se opone a la noche
Delphine de Vigan
era para mí una auténtica desconocida. Como dije el otro día al reseñar Las
esferas del Mandala, estuvimos hablando entre los compañeros de trabajo
sobre libros (inusuales) que nos parecían notables. Una compañera me dejó Nada
se opone a la noche (2011), de esta escritora.
De las tres partes que la
componen la primera me parece muy buena. Nos narra la historia familiar de sus
abuelos, tíos y madre. Es una historia interesante en la que, sin presentarse
los hechos de manera truculenta, van sucediendo hechos muy dramáticos. Los
familiares de Delphine tienen su encanto. O, mejor dicho, la narración
que nos hace la autora de aquella época es admirable.
A mi juicio, cuando se adentra en
la segunda y tercera parte, en los aspectos más propios de su núcleo familiar,
la narración pierde en calidad. Puede que le cueste más comprender o
explicarnos la azarosa vida de su madre, perturbada mental, con la que le resultaba
imposible convivir. Hablar de ella misma, su madre, padre, hermana y parejas de
su madre se le hace cuesta arriba. Aunque puede que realmente solo me lo
parezca a mí, puesto que esa proximidad de la autora a lo que narra me ha hecho
perder el interés.
Además, creo que al final no es
capaz de explicar claramente lo que se proponía desde el principio: entender el
suicidio de su madre. Me ha recordado algo a El
año del pensamiento mágico (2006), de J. Didion o a La
muerte del padre (2009), de Karl Ove Knausgård. Como vemos esa
primera década del XXI produjo notables éxitos literarios relacionados con la ficción
autobiográfica.
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