K. O. Knausgård: La muerte del padre (Mi lucha 1)




Escribir, profesionalmente, es un trabajo complejo. Lo sé por experiencia propia: a veces escribo alguna historia que me empuja en mi interior. Si ese empuje llega hasta el final, la acabo; pero, en muchas ocasiones, el empuje no es lo suficientemente fuerte como para llegar a ningún lado. En ese momento, como no soy un escritor profesional, abandono la historia hasta que una nueva “inspiración” me empuja otro trecho más (en esa misma historia o en otra).  El escritor profesional debe luchar y seguir adelante. Además, el escritor profesional tiene que revisar lo escrito, corregirlo, seleccionarlo, eliminar, ampliar, organizar, documentarse, conocer técnicas, saber qué libros se han escrito parecidos, estudiar sus personajes … trabajar en serio. 

Karl Ove Knausgård es un famoso escritor noruego gracias a una “autobiografía” en seis tomos titulada Mi lucha (puesto 11 en la lista). Antes publicó un par de novelas también de considerable éxito, pero no comparables con el tremendo impacto de su magna obra autobiográfica.  La muerte del padre es el primer tomo. En este primer volumen nos encontramos con dos temas principales más o menos interesantes. Por un lado, la presentación del autor como una persona que desde la adolescencia quiere ser escritor, un escritor famoso, con lo que ello comporta: 

Siempre he sentido una gran necesidad de estar solo, necesito amplias superficies de soledad, y cuando no logro tenerlas, como ha sido el caso los últimos cinco años, la frustración llega a veces a ser desesperada o agresiva. Y cuando lo que me ha mantenido en marcha durante toda mi vida de adulto, es decir, la ambición de llegar a escribir algo grande un día, resulta amenazado de esa manera, mi único pensamiento, que me roe como una rata, es que tengo que huir. La sensación de que el tiempo se me escapa de entre los dedos mientras hago… ¿qué? Friego suelos, lavo ropa, preparo comidas, friego cacharros, hago la compra, juego con los niños en el patio, los meto en casa y los desnudo, los baño, tiendo ropa, doblo prendas y las meto en el armario, ordeno, friego mesas, sillas, armarios. Es una lucha, y aunque no sea heroica, la libro contra una fuerza superior, porque por mucho que trabaje en casa, las habitaciones están llenas de desorden y suciedad, y los niños, que están siendo cuidados cada minuto de su tiempo despierto, son más rebeldes que ningún otro niño que yo haya visto, en ocasiones esto es una casa de locos, tal vez porque nunca conseguimos el equilibrio necesario entre distancia y cercanía, lo que es tanto más importante cuanto mayor es la personalidad implicada.

Por otro, el padre: lo que fue, lo que representó, en lo que se convirtió, cómo murió. 

A mi me parece que Karl Ove ha sabido encontrar en su propia vida el material suficiente para no perder empuje (por lo menos hasta el final de este tomo). Al mismo tiempo, al presentárnosla con bastante “sinceridad” (aparentemente) su historia nos parece interesante. Hay algún que otro comentario que lo llega a comparar con Proust por los detalles que aporta, pero yo no opino lo mismo, más bien creo que el libro pierde mucha fuerza e interés cuando, por ejemplo, se empeña en describirnos ciertos detalles de su habitación y de los rincones que limpia de la casa del fallecido padre. 

Puede que lea algún tomo más.

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