Miguel de Unamuno: San Manuel Bueno, mártir y tres historias más


En este libro (1933), prologado en 1932, Unamuno incluyó cuatro relatos: San Manuel Bueno, mártir; La novela de Don Sandalio, jugador de ajedrez; Un pobre hombre rico o el sentimiento cómico de la vida y Una historia de amor.  Las tres primeras están fechadas en Salamanca en 1930. La última es de 1911. Nos dice Unamuno que de repente recordó la existencia de esa novela corta y la quiso recuperar.

En estas historias Unamuno es totalmente Unamuno. Incluir la última, que corresponde a una narración más propia del estilo del XIX (me ha recordado mucho a La Regenta), es como poner algo de sal a un pastel de chocolate. El efecto es potenciar el sabor. En este caso de las cuatro novelitas.

Se nota que Unamuno crea una obra global. Sus textos ensayísticos (especialmente Del sentimiento trágico de la vida) y sus novelas, comparten principios e ideas. Si en unos las expone magistralmente, en las otras las lleva a la práctica con igual o mayor maestría. No sé yo el reconocimiento que tuvo por los grandes pensadores europeos posteriores que estudiamos en los libros de Filosofía, pero debería ser grande.

En San Manuel Bueno nos encontramos con un cura que no cree. Pero no se trata de un ser atormentado. Es un personaje que le sirve para mostrar que lo importante es lo que uno hace. Y lo único que nos salva de la paradoja existencial es hacer el bien.

En La novela de Don Sandalio el tema, en el fondo, es la superación de la forma tradicional de novelar. Llegamos a Don Sandalio por casualidad. El narrador quiere escapar, quizás, de la ciudad: He venido, como sabes, huyendo de la sociedad de los llamados prójimos o semejantes, buscando la compañía de las olas de la mar y de las hojas de los árboles, que pronto rodarán como aquéllas. Me ha traído, ya lo sabes, un nuevo ataque de misantropía, o mejor de antropofobia, pues a los hombres, más que los odio, los temo. El jugador de ajedrez, serio, sereno, lejano, atrae su atención. Quiere jugar con él, compartir los momentos durante los que el juego tiene lugar, pero no quiere saber nada personal de Don Sandalio. Su novela, la que describe la relación de ambos hombres, no necesita de más detalles. Pero a pesar de sus esfuerzos la otra novela de Don Sandalio le va llegando a retazos. Inexorablemente. El proceso es imparable. Sus vidas no son como dos líquidos inmiscibles. Como dos astros que se encontrasen en el espacio vacío, se ponen a orbitar. Pero enseguida descubrimos que no orbitan en el vacío. Allí está el propio Unamuno, rizando el rizo; proponiendo una galería de espejos sin fondo en el que, quizás, no vemos varias figuras distintas, sino el múltiple reflejo de un único rostro.

En Un pobre hombre rico, el subtítulo el sentimiento cómico de la vida, nos da una pista de que en esta ocasión el objetivo es parodiarse a sí mismo o contradecirse. El pobre hombre tiene como amigo a un discípulo de los maestros que encontramos en Amor y pedagogía. Bien situado económicamente, con un buen trabajo, nuestro héroe tiene miedo de ser cazado por la hija de la propietaria de la casa de huéspedes en la que vive. Así se decide por escapar. A partir de entonces su vida es un continuo sin sentido, un remordimiento, una duda de no haber acertado. Pero la vida le va a dar otra oportunidad que no desaprovecha. Aún así lo que descubrimos es que su problema es el mismo. Su forma de pensar y repensar lo que le ocurre sin poder disfrutar del momento.

Una historia de amor es una narración lineal que parte de un estúpido juego de amantes inexpertos invadidos por la duda de su amor. Una locura inicial los lleva a separarse y empezar una vida religiosa. El destino les llevará a un encuentro atípico, en el que se pondrá de manifiesto el mucho amor que el alejamiento entre ambos  ha generado.

Imprescindible.

  


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