Azorín: Las confesiones de un pequeño filósofo

 


Pues no. No me ha gustado demasiado esta tercera parte de la trilogía dedicada a Azorín personaje.

En esta ocasión se echa la vista hacia el pasado de Antonio Azorín. El recuerdo de la infancia y de la escuela se convierte en centro de atención de estas confesiones o memorias. Pero a un tipo tan seco como José Martínez Ruiz le sale mejor, a mi juicio, observar el paisaje y las gentes desde la madurez. Así, entre los cuadros impresionistas que componen este librito, los que hablan de su tío Antonio y del paisaje, especialmente el dedicado a una ventana, son los que destacan. Los demás, en general, te dejan indiferente.

Eso sí. Tienes la sensación de que este libro, como La voluntad y Antonio Azorín, ayudaron a cambiar la forma de narrar. Sensación que no he tenido al leer a Baroja. Así se te pasa por la cabeza que hasta el propio Juan Ramón Jiménez tendría en su mente este libro cuando se decidió a escribir Platero yo.

Para interesados y/o enamorados de Azorín, autor.  

 

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