Pío Baroja: Aurora roja

 


Aurora roja es, además de la novela que cierra la trilogía (esta vez sí es claramente una trilogía)  La lucha por la vida (junto a La busca y Mala hierba), una profunda reflexión de un “hombre normal” sobre las posibilidades que el anarquismo y el socialismo tienen de cambiar/mejorar el mundo.

Por lo que ya conocemos de Manuel Alcázar, nos ha de sonar raro lo de profunda reflexión. Al final de Mala hierba ya lo tenemos hecho un “patrón” lamentando no solo que los trabajadores estaban algo insolentes con la fuerza que el sindicalismo les proporcionaba, sino que el trabajo no le iba a sacar de la deuda contraída con su socio y amigo capitalista Roberto.

Pero la llegada de su hermano Juan, artista escultor de cierto valor, conocedor del mundo y de las ideas revolucionarias que sacudían Europa por aquel entonces, ayuda a Baroja a desarrollar con cierta extensión el complejo problema del uso de la violencia para conseguir la revolución.

Baroja, que todo indica que de joven fue anarquista, consigue situarse lejos de la violencia. No obstante, también denuncia el juego político y policial con el que pretendían controlar a las masas, mediante intrigas, falsos atentados y detenciones violentas e injustificadas.  Es muy interesante este punto de vista que se ofrece desde el mundo obrero o de pequeño propietario y desde la intelectualidad romántica que ve en esas posturas una utopía a la que servir. (Nos hace recordar el hermano Juan a Gabriel Luna, el también hermano, que regresa a Toledo en La catedral de Blasco Ibáñez. Por cierto, se abriría aquí un interesante capítulo de nuestra historia literaria con las disputas entre Baroja y Blasco por las novelas sociales que escribieron y que se nutrieron, por lo que se ve, entre ellas).

Pero además de todas estas reflexiones y narraciones de la época, hay que hacer notar que al acabar esta novela tienes una sensación global muy original y novedosa de toda la trilogía. Es decir, de los momentos de la vida del protagonista que se narran en ella. Porque con el estilo impresionista de Baroja vamos teniendo la sensación de que la vida de Manuel es de verdad una vida. Sujeta a las casualidades, a los impulsos naturales, a las creencias, a la voluntad y, también, a la fortuna. Nos creemos la vida de Manuel porque sentimos que podría haber sido diferente si en determinados momentos él mismo, algo o alguien hubiera actuado o provocado acontecimientos ligeramente diferentes. Me gustaría conocer la opinión del maestro de la contingencia, Paul Auster, sobre esta trilogía.

 

 

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