Armando Palacio Valdés: Tristán o el pesimismo

 


Muchas eran las esperanzas que tenía yo puestas en esta obra de Palacio Valdés. Quizás por eso me ha dejado un pobre efecto. En el prólogo Entrambasaguas se extraña del poco éxito que tuvo esta novela que, a su juicio, no solo era la preferida de Palacio Valdés, sino su mejor obra.

Sin lugar a dudas es una novela de composición muy buena. Tenemos varias parejas de personajes y algunos secundarios formando una urdimbre perfecta. Tristán y Clara son los personajes principales, pero Reynoso y Elena son la otra pareja que durante toda la historia sirve de contrapunto.

Reynoso y Elena pasan por momentos desgraciados por un flirteo de ella con un seductor donjuán amigo de Tristán.

Tristán, insoportable pesimista, un ser tóxico en términos modernos, se imagina líos a los que su mujer sucumbe. Además de paranoias sobre críticos y literatos, autor teatral él mismo. Tristán, nos lo podemos imaginar desde el principio, acabará con todo lo bueno que hay en su vida. Incluso casi con lo bueno que hay en las vidas de los que le rodean.

No obstante, Palacio Valdés sigue siendo un escritor optimista y en esta ocasión no acaba la novela mal como en El maestrante ni en La aldea perdida. Pero hemos sufrido tanto aguantando el desaforado pesimismo de Tristán que casi no nos compensa el final de la novela. Especialmente en mi caso, pues en muchas ocasiones me he sentido identificado con el pensamiento negativo de Tristán, y me ha dolido reconocerme en un tipo tan “despreciable”. Sirva como advertencia de Palacio Valdés a todos, esta novela.

Por otro lado, al ser esta obra de 1906, esperaba yo algún influjo de las nuevas tendencias, como se nota en La quimera de Pardo Bazán. Pero nada, igual alguna referencia al mundillo literario del momento, pero es una novela al viejo estilo del XIX. Impecablemente construida, con una agradable prosa, entretenida e incluso, en algunos momentos, divertida. Pero ajena a los nuevos tiempos literarios.

 

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