Armando Palacio Valdés: La aldea perdida

 


Si en El origen del pensamiento Palacio Valdés coqueteó con lo truculento y en El maestrante lo explotó abundantemente, en La aldea perdida (1903) nos sorprende al final de la historia, innecesariamente, con mal gusto, me atrevo a decir. Y pido disculpas si alguien cree que esto es desvelar el final pero en el prólogo que también leí ya se dice cómo acaba. Y durante toda la novela te sorprende que pueda acabar mal, porque Palacio Valdés nos narra la historia con una ambigüedad muy interesante. Ambigüedad que podemos apreciar en el mismo título.

Perdida puede significar (del), en este caso:

1. Que se ha salido de su ruta y no sabe llegar a su destino.

2. Muy escondida o apartada del tránsito común.

5. De conducta relajada e inmoral.

6. Echada a perder.

Los jóvenes de varias aldeas son los protagonistas de esta novela. Andan a garrotazos. Pero estas brutalidades se presentan bucólicamente y las aceptamos como un juego de jóvenes incultos. Ellos representan el mundo rural, rudo, algo salvaje pero aceptable. Frente a ese mundo tenemos la modernidad que avanza trayendo el ferrocarril y la explotación minera. Ese nuevo mundo que se abre paso asolando el anterior, es mucho más salvaje y desconsiderado. Las expropiaciones acaban con la resistencia de los propietarios. Y los mineros se nos presentan como ex presidiarios que no se gastan bastones sino navajas y armas de fuego. Desgraciadamente son dos mundos que chocan en un macabro final.

Demetria ha muerto y se prepara el advenimiento de un nuevo reinado, el reinado de Plutón. Saludémosle con respeto, ya que no con amor... ¡Con amor, no! Yo no puedo amar a ese dios subterráneo que ennegrece los rostros y no pocas veces también las conciencias. La Arcadia ha concluido. Esta raza sencilla y belicosa de nuestros campos desaparecerá en breve y será sustituida por otra criada en el amor de las riquezas y en el orgullo.

A pesar de ello sigo pensando que Palacio Valdés retrata a cierto tipo de hombre muy interesante. Cuando en la actualidad se hablan de nuevas masculinidades, buscando referentes de hombres sensibles, responsables y respetuosos, se pueden encontrar en algunas novelas de este escritor.

Bastante recomendable.

 

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