Emilia Pardo Bazán: Doña Milagros

 


Doña Emilia tuvo la intención de escribir una serie de novelas agrupadas con el título de Adán y Eva. De la serie escribió Doña Milagros y Memorias de un solterón y abandonó el proyecto. No tenía en mente leerlas, pero empecé con la primera y me enganchó.

El inicio de esta novela es peculiar. Nos encontramos con el alma del difunto protagonista vagando por el limbo. Se encuentra con el ángel de su hijo que murió muy pequeño. Le encomienda éste que vuelva a la tierra a escribir su historia. Pero no reencarnándose, sino susurrando al oído de una escritora... Este prólogo tan fantasioso nos recuerda a El amigo manso.

Después la historia se hace bastante interesante. Doña Emilia sabe escribir magníficamente. Nos describe el matrimonio de Benicio Neira y su esposa Ilda, y la caterva de hijos que tienen. Todas niñas, menos uno, un tal Froilán en el que se ponen todas las esperanzas pero que sale rana pues el muchacho no quiere estudiar. La mujer tiene mucho carácter y no se lleva muy bien con los cuñados. Tanto es así que se van a vivir a Marineda. Allí es donde sucede el drama con doña Milagros.

Esta es una mujer casada, pero sin hijos. Al nacer las últimas gemelas de la pareja, la mujer se enamora de ellas y se desvive por ayudarlas y estar cerca de ellas. Esto es para la madre un trauma desesperante pues su “mal-pensar” o el temor a las maledicencias le hacen sospechar que la mujer quiere algo con su marido. Estas acusaciones de líos y amoríos complica lo que a nuestros ojos es una relación de cariño en la que no hay nada que objetar.

Aunque gran parte de la novela describe los problemas matrimoniales, se nota desde el principio que lo que quiere contarnos Pardo Bazán son las peculiaridades de las hijas. Por un lado, una de ellas se empeña en ser monja. Siempre que puede va a la iglesia a confesar o a rezar. Sin embargo, cada día se le ve peor. Al final se descubre que siente algo por el sacerdote que, también desesperado, le pide al padre que prohíba ir a la iglesia a su hija. Parece esta subtrama de la historia la respuesta más ortodoxa que Pardo Bazán propone a las circunstancias que Clarín explotaba en La regenta.

Otra de las vidas particulares de las hijas corresponde a una que quiere estudiar una carrera y ganarse la vida trabajando. Le dice a su padre:

Es un dolor que esté usted derrochando dinero y paciencia con Froilán. Lo que gasta usted con él en matrículas y libros, ¿por qué no lo gasta conmigo? Yo tengo muy buena memoria. Con una vez que lea las lecciones, lo más dos, se me quedan. ¿Y qué piensa usted? entiendo lo que leo; me gusta muchísimo... Me trago el libro de texto, y no crea usted, también otros que no son de texto y... que... me los prestan.

Así, uno tras otro nos vamos enterando de las particularidades de los personajes y percibimos que Emilia Pardo Bazán quiere emular a Balzac a Zola o al propio Galdós pero a su manera, poniendo el foco en las mujeres aunque, al mismo tiempo, describa algunas personalidades masculinas singulares.

Esta novela acaba con cierta brusquedad cuando Doña Milagros tiene un contratiempo serio con un sirviente y decide irse con su marido de Marineda. Asombrosamente Don Benicio le otorga el cuidado de las gemelas que ella recibe con gran alegría y entusiasmo.

El mismo entusiasmo con el que pasas a leer Memorias de un solterón.

Muy recomendable.

 

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