Benito Pérez Galdós: El amigo Manso

 


El amigo manso (1882) es la siguiente novela que escribió Galdós después de La desheredada (1881). Se considera perteneciente al Ciclo de la materia de las Novelas españolas contemporáneas. Sea como fuere, nada más empezar el primer capítulo nos damos cuenta de que esta novela es muy peculiar:

I

Yo no existo

Yo no existo… Y por si algún desconfiado o terco o maliciosillo no creyese lo que tan llanamente digo, o exigiese algo de juramento para creerlo, juro y perjuro que no existo; y al mismo tiempo protesto contra toda inclinación o tendencia a suponerme investido de los inequívocos atributos de la existencia real. Declaro que ni siquiera soy el retrato de alguien, y prometo que si alguno de estos profundizadores del día se mete a buscar semejanzas entre mi yo sin carne ni hueso y cualquier individuo susceptible de ser sometido a un ensayo de vivisección, he de salir a la defensa de mis fueros de mito, probando con testigos, traídos de donde me convenga, que no soy, ni he sido, ni seré nunca nadie.

Esa primera persona que se mantiene hasta el final, nos sitúa extrañamente en el Madrid contemporáneo del autor. A partir del segundo capítulo hasta el último la novela se convierte en una narración realista bajo los ojos de una sicología muy especial, la de Máximo Manso, profesor de filosofía, hombre que aplica su materia a sí mismo para no perder los papeles en (casi) ningún momento además de ganarse la vida impartiéndola. Hombre amabilísimo, al que parece imposible enfadar, tendrá como alumnos “particulares” a un joven, Manolito, especialmente dotado para la oratoria y a un niño, y su hermana, Irene, de familia bien, con los que tendrá que lidiar; con uno porque no se deja “amansar” y con la otra, que poco a poco se va a ganar su amistad y, para su desgracia, el corazón.

De un hombre como Manso, solterón voluntario, que rehúye en cierto modo el contacto con los demás, sería difícil sacar una novela. Pero la llegada de su hermano, y familia, de Cuba para instalarse en Madrid da pie a toda la trama con que urde Galdós esta novelita que escribió entre enero y abril de 1882.  

La fantasía discordante del primer capítulo vuelve a aparecer en el último generando una sensación asombrosa. La lectura actual que hago me hace pensar en que Galdós quería hacer algo así como el Cuento de Navidad de Dickens. Es decir, describir la realidad, desde la más extraordinaria ficción. Clarín escribió una reseña muy elogiosa de esta novela (que yo he leído de casualidad, porque no es una de las que los críticos mencionen especialmente).

Cuando Galdós empezó a escribir el Amigo Manso recuerdo que me decía:

No le va a gustar a Vd. Vuelvo a mis sueños en este libro; es pura fantasía, un juguete. Pocos días después le hablé de su libro, y me dijo: ¿Sabe Vd. que no sale como yo creía? Sin querer vuelvo a la realidad, a la observación...

..en la vida del Amigo Manso lo principal no es lo que le sucede, sino lo que él piensa y siente con motivo de lo que le sucede. La manera como expresa Galdós este carácter, el de un espíritu contemplativo, que asiste con la misma imparcialidad al espectáculo de las propias acciones que al más complicado que les [sic] ofrece el mundo; la manera como Galdós ha sabido pintar los delicados matices de esta idiosincrasia altruista, que diría Compte [sic], revela un talento tan grande, que no vacilo en decir que en España no hay otro escritor capaz de salir con bien de tal empeño, y fuera de España habrá muy pocos.

El producto final, nos guste o no nos guste el “marco” fantástico, es una novela deliciosa.

[Algo de ella hay sin duda en El diario de Hamlet García de Paulino Masip].

 

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