Miguel de Unamuno: Niebla

 


Dice Unamuno en su prólogo que Niebla es su obra más traducida, es decir, la de mayor impacto internacional. Nos dice:

Precisamente por la fantasía y por la tragicomedia. Yo no me equivoqué, pues desde un principio supuse —y lo dije— que esta que bauticé de nivola habría de ser mi obra más universalizada. No mi Sentimiento trágico de la vida -seis traducciones—, porque exige ciertos conocimientos filosóficos y teológicos menos corrientes de lo que se supone. Por lo que me ha sorprendido su éxito en España. No mi Vida de don Quijote y Sancho -tres traducciones—, porque el Quijote de Cervantes no es tan conocido —y menos popular— fuera de España —ni aun en esta— como aquí suponen los literatos nacionales. Y hasta me atrevo a avanzar que obras como esa mía pueden contribuir a hacerlo más y mejor conocido. No otra cualquiera. ¿Por su carácter nacional? Mi Paz en la guerra ha sido traducida al alemán y al checo. Es que la fantasía y la tragicomedia de mi NIEBLA ha de ser lo que más hable y diga al hombre individual que es el universal, al hombre por encima, y por debajo a la vez, de clases, de castas, de posiciones sociales, pobre o rico, plebeyo o noble, proletario o burgués. Y esto lo saben los historiadores de la cultura, a los que se les llama cultos.

Yo tenía cierto reparo en volver a leerla. Es esta novela un hito en mi educación literaria. Sin recordar claramente cuando la leí, sí la tengo como el referente de primera lectura “culta”. (Dice Unamuno que esto de poner cursiva, negrita, comillas o usar otros recursos para llamar la atención del lector es práctica habitual de escritores incompetentes, pues desconfían tanto de su capacidad para transmitir lo que es importante en sus escritos que necesitan o creen necesitar de ellos; o peor aún, si realmente son competentes, es una manera de insultar al lector, pues muestran su desconfianza en que este sea capaz de notar lo importante). Con ella descubrí que hay novelas que no solo pretenden entretener contando batallitas, resolver asesinatos, describir los sufrimientos producidos por amores imposibles, encontrar tesoros, luchar con monstruos, llegar a la Luna…

Lector ya curtido, me imaginé no emocionarme (tanto) cuando leí hace años el encuentro entre el autor y el personaje y la discusión sobre cómo tendría que ser el final de la novela (el final de la vida del personaje). También dudaba de empatizar con Augusto Pérez; adulto en formación sentimental, sin duda más próximo a un adolescente sacudido por las tensiones naturales biológicas, que a un tipo de más de cincuenta años como yo. No en balde, la Niebla a la que alude el título, es la que ha envuelto a nuestro héroe hasta cruzarse con la profesora de piano Eugenia Domingo del Arco.

Y así ha sido, la verdad. La culpa creo encontrarla, además de lo dicho en el párrafo anterior, en haber leído no hace mucho Amor y pedagogía, obra que me gustó mucho y la considero superior en varios aspectos a esta. No obstante, he de reconocer que en la lectura actual he notado el influjo del ensayo Del sentimiento trágico de la vida, y en muchas ocasiones me ha parecido estar leyendo un ejercicio práctico de llevar a una novela algunas de las ideas del ensayo. Es decir, esta novela transciende lo literario y se convierte en una novela filosófica semejante a las futuras novelas existencialistas de Camus y Sartre. Evidencia, por si alguien todavía tiene dudas, de que Unamuno es una de las figuras mundiales intelectuales más importantes del siglo XX.

Comentarios

Entradas populares