Silverio Lanza: La rendición de Santiago

 


Son dos las obras de Silverio Lanza que ya he reseñado con anterioridad: Ni en la vida ni en la muerte y Medicina rústica. Como en esas ocasiones, en La rendición de Santiago, nos encontramos a un escritor muy original que parece elaborar su obra alrededor de algunas obsesiones. Su modernidad es impresionante.

Junto a la historia principal de Santiago, Silverio Lanza va introduciendo diferentes incisos para hablar sobre sí mismo, criticar a la sociedad y a la clase política. No solo eso, sino que llegamos a un punto en el que aparece el propio autor, Juan Bautista Amorós, para contarnos la muerte de Silverio Lanza, quien ha sido el narrador durante casi toda la obra.

Se nota que Silverio Lanza no quiere ser un escritor del montón y por eso se esfuerza en que su obra no sea una novela de su tiempo (si es que eso tiene sentido decirlo). Así sacrifica todo lo que habitualmente nos encontramos en la novela tradicional: una trama definida, unos personajes perfilados, una narración de unos hechos lineal. No obstante, la originalidad se manifiesta en la intromisión del narrador. No hay, por ejemplo, desorden cronológico ni inmersión en la conciencia de los personajes. Con lo cual pierde fuerza como obra compuesta globalmente y casi toda la originalidad se nos muestra como artificio sin más.

Pero, como nos dice el autor en su Advertencia:

Aun está usted a tiempo de dejarme, lector y señor mío. Olvide usted que para leerme gastó usted unas pesetas; añádalas usted a las muchas que ha empleado mal o le han robado o le han exigido, y tire usted este libro sin leerlo, si no sabe usted leer.

Quiero decir que si usted buscaba un libro que adornase, su biblioteca o su mesa de despacho, ha perdido usted su tiempo. Si usted buscaba el libro de moda, ha perdido usted su tiempo. Si usted buscaba el libro nuevo para hablar de él a los amigos y a los contertulios, ha perdido usted su tiempo, porque nadie le escuchará si de mí le habla. Si buscaba usted un libro que le deleitase, busque usted otro, porque éste es triste y soporífero. Si quería usted un libro que le ilustrase, no ha escogido usted bien, porque éste no le dirá nada nuevo; le dirá solamente lo que usted ya sabe, aunque no se atreva a decir que lo sabía. Y si buscaba usted un libro malo para darse el placer de censurarlo, también ha perdido usted su tiempo, porque en las primeras páginas del libro le advierto a usted que protesto de una manera enérgica y rotunda contra las censuras de usted.


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