Mario Satz: Bibliotecas imaginarias

 


Durante los primeros cuentos me preguntaba por qué no me estaba gustando este libro. En teoría, todos los ingredientes con los que me encontraba eran de mi agrado. ¿Cuál era el origen de la disonancia?

Pensé que si me comprara en una buena pastelería una bandeja con 42 pastelitos deliciosos cada uno de ellos, ir comiendo uno tras otro, todos, quizás acabara siendo una tortura. Puede, también, que la alargada sombra de El infinito en un junco haya oscurecido sus ondulaciones y entrehuecos. O incluso la radiación de fondo con la que Borges inundó mi existencia haya emborronado sus luces. Sin duda, las altas temperaturas de estos días, tan anacrónicos, también habrán influido. Recordé los Retratos imaginarios de Pater y conjuré la hipótesis de lo aburrido. Pero Azorín es aburrido y me gusta.

Entonces llegué a El monasterio frente al mar y encontré lo que hasta entonces no había encontrado: ensoñación, rememoración, sentimiento. Y supe el porqué de mi disonancia. Me conmovió El cántaro enterrado y añadió otro motivo. Emoción. Como la que sientes más adelante al leer La salvación por la lectura.

Y es que no basta con escribir bien.  Correctamente. Acumular palabras, historias. Hay que pulsar sentimientos. Pensar que acabas de leer algo único, que te apetecería contar a alguien que aprecias. En alguna reseña he leído que la erudición de Satz les proporciona a estos relatos un valor notable. Quizás haya sido una broma de él que Pitágoras lleve en sus brazos los Elementos que Euclides escribirá varios siglos después. Pero te hace dudar de la erudición que otros elogian; aun así, no voy a comprobar si hay más gazapos o bromas en sus relatos.

El asunto está en que la mayoría de los relatos son anodinos. Su lectura al final se te hace cuesta arriba. Acabas algún relato y, si no fuera porque no esperas encontrar nada, habría que volver a leerlo para saber qué nos ha contado.

Al final pienso que es un pretencioso libro que no le ha salido demasiado bien a Satz en el que, sin embargo, hay alguna que otra narración buena o muy buena… Pero también podría ocurrir que no fuera ni mi tiempo ni mi espacio para este libro. Quizás en otra ocasión y lugar estas historias encontrarán o hubiesen encontrado una vía a mi corazón o a mi intelecto haciéndome gozar como otros dicen que lo han gozado.

 

 

 

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