Ernest Hemingway: cuatro cuentos.
Otro de los cuentistas que propone leer Bloom en su libro ¿Cómo leer y por qué?, es Ernest Hemingway. Fiesta (1926), Adiós a las armas (1929), El viejo y el mar (1952) y Por quién doblan las campanas (1940), son las obras que recuerdo haber leído del Nobel americano. Sin embargo, no sabía ni siquiera que hubiera escrito varios libros de cuentos. Bloom nos recomienda: “Colinas como elefantes blancos”, “Dios les de alegría, caballeros” (Felices pascuas, en mi edición), “Las nieves del Kilimanjaro” y “Un cambio radical” (La trasformación marina, en mi edición). Mi edición es Obras selectas II, de editorial Planeta (1969). Un libro absolutamente maravilloso, por cierto.
De los cuatro cuentos, en tres de ellos nos encontramos con una pareja a punto de romper. Son situaciones tensas. Personajes atormentados. Los cuentos son prácticamente diálogos. El amor prácticamente es una sombra. Un aborto, una infidelidad, la muerte, ponen fin a una relación entre una mujer y un hombre que parecen echarse en cara que son odiosos por culpa del otro.
En el caso de “Un cambio radical”, ella le es infiel con otra mujer, siendo este cuento uno de los primeros en los que se trata el asunto (por lo que he podido leer).
En “Colinas como elefantes blancos” Bloom nos ofrece la clave del título al hacer referencia a una costumbre horrible de la India que consistía en regalar un elefante a alguien no muy acaudalado para que su manutención lo hundiera definitivamente en la miseria. Así es como se ve el hijo no nacido por parte de ella expresando lo que él no se atreve a decir.
“Las nieves del Kilimanjaro”, el más extenso, y supuestamente autobiográfico (en parte), es el más descriptivo de los cuatro. Harry, un escritor (atormentado) se muere por gangrena. Están en medio del desierto africano. La ayuda se eterniza en llegar. Sabe que va a morir y se empeña en amargarle la existencia a la mujer que comparte sus últimos días. La fortuna les unió. Pero ambos ya eran espíritus quebrados. Intentan huir de sí mismos viajando a África, pero no tienen suerte: “Ya no escribiría nunca las cosas que había dejado para cuando tuviera la experiencia suficiente para escribirlas”.
No entiendo cómo Bloom
nos propone leer “Dios les de alegría,
caballeros”, pues desentona totalmente con los otros tres. Trata de un joven trastornado por el pecado de pensamiento que su sexo le hace tener que quiere que lo castren en un hospital. Los médicos se lo toman a cachondeo y el decide amputarse el miembro ante la pasividad de los doctores.
¿Por qué leer los cuentos de Hemingway? Porque crea una atmósfera única. Es un maestro en mostrarte almas en pena, alejadas del romanticismo, caracteres duros, situaciones tirantes que te dejan paralizado, esperando el desenlace sin atreverte a juzgarlos, con un respetuoso silencio.


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