D. DeLillo: Libra

 


En El país deben saber que hay “mirones” como yo a quienes les gusta los retos (si lo desean me llaman pedante, no hay problema). Así, a veces, publican artículos como éste: Diez libros que pocos han conseguido terminar. De los cinco que no me he leído me llamó la atención Libra de DeLillo.

Hace ya bastantes años que me leí Ruido de fondo. Lo recuerdo vagamente como una ficción americana que habla de los americanos. Como digo en aquella reseña, los escritores estadounidenses, como Franzen en Llibertad o Gaddis en Gótico carpintero, tienen la virtud de contar historias “americanas”. En ellas, las personas de EEUU se nos aparecen como seres míticos, universales, con personalidades marcadas y reconocibles. Es imposible confundirlos con personas españolas o francesas o italianas. ¡Esto es América! parecen gritar con sus actos y pensamientos.

Libra es un retrato, con mucho detalle, de los americanos del submundo. Para no llevar a equívoco, digamos desde el principio que es una biografía de Lee Harvey Oswald. Por tanto, me dirán, se trata de un retrato de los americanos (del submundo) de los años 40, 50 y 60 del siglo XX. Digamos que así es, pero que además, muchos de los personajes retratados los podemos reconocer todavía cuando nos llegan las última noticias de USA (y no quiero señalar a nadie).


¿Y a qué se refiere usted con lo de submundo?

El narrador, sobre un personaje ficticio, archivista de la CIA, nos dice:

Ha averiguado lo suficiente sobre los días y meses precedentes al 22 de noviembre y sobre esta fecha concreta para llegar a la conclusión de que la conspiración contra el presidente fue un asunto tortuoso, un asunto que, a corto plazo, triunfó sobre todo gracias al azar. Listillos e imbéciles, ambivalencia, voluntad férrea y diversas casualidades.

Esos listillos e imbéciles a los que se refiere son algunos mafiosos, miembros corruptos de la CIA, activistas de extrema derecha, anticastristas, anti Kennedy…

El propio Kennedy parece querer jugar al peligroso juego en el que le han metido:

Jack Kennedy había visto antes el anuncio, y ahora que el centro de Dallas, flanqueado por torres, apareció en la distancia, se volvió y comentó en voz baja con Jacqueline: «Estamos a punto de entrar en el país de los chalados».

La vida de Oswald es de por sí asombrosa. Ex marine, pro-soviético, casado con una rusa tras vivir una temporada en la URSS, vuelve a los USA y se establece en Dallas. Parece ser que intenta “vender” a los rusos informaciones sobre el avión espía U2 y después “vender” al servicio de inteligencia americano información sobre la vida en la Unión Soviética, en particular sobre la organización social y laboral de Minsk

Todos los personajes van deambulando por su propio mundo, sometidos a imperceptibles atracciones que les llevará a alinearse en aquel histórico día en el que J.F.K murió de un disparo.

El libro se cierra con la siguiente Nota del Autor:

Este libro es una obra de ficción. Aunque me he basado en los archivos históricos, no he intentado proporcionar respuestas objetivas a las cuestiones planteadas por el asesinato.

Toda novela que trata de un importante acontecimiento no resuelto aspira a llenar algunos de los vacíos de la versión conocida. Para conseguirlo, modifiqué y embellecí la realidad, inventé incidentes y diálogos, prolongué las personas de carne y hueso en un espacio y tiempo imaginarios.

En un caso en el que los rumores, los hechos, las sospechas, los subterfugios oficiales, los contradictorios conjuntos de pruebas y una docena de teorías laberínticas se funden, a veces de forma indiscernible, algunos pueden pensar que una obra de ficción sólo es un punto oscuro más en la crónica de lo desconocido.

Como esta novela no pretende aludir a la verdad literal; como sólo es lo que es, separada y completa, es posible que los lectores encuentren refugio en ella: un modo de pensar en el asesinato sin las limitaciones de las verdades a medias y sin dejarse abrumar por las posibilidades ni por la marea de especulaciones que con el paso de los años se acrecienta.

Es difícil no pensar en A sangre fría mientras lees Libra. Creo que DeLillo quiso hacer algo parecido a lo que hizo Capote. Capote tuvo la ventaja de convivir con los protagonistas asesinos; DeLillo necesitaba inventar, embellecer, prolongar … Por eso quizás se nos puede resistir terminar la lectura de este libro. Al final todo parece inverosímil, una ficción de la que no puedes confiar, un juego literario sobre un hecho real que seguirá oculto tras alguna teoría conspiratoria que algún día se nos revelará.  

 

 

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