V. Woolf: Al faro
El pasado 1 de abril nos íbamos a
reunir los tertulianos del IES Benicalap para hablar de este libro.
Desgraciadamente no lo hemos podido hacer y no sé si tendremos la oportunidad
de hacerlo en otra ocasión, porque todavía es una incógnita cuándo y cómo reanudaremos
nuestras vidas. En mí las circunstancias han provocado que lo acabe algo
después de la fecha acordada. Confiaba en terminarlo durante las largas vacaciones de Fallas pero, como dice una de las protagonistas del
libro:
…hay momentos en que uno no puede pensar ni sentir. Y ¿dónde se encuentra
uno si no puede pensar ni sentir?
Hace diez años ya leí este libro.
Virginia Woolf es
mi escritora favorita. La razón es su estilo tan bello y “difícil”. No me he
leído todos sus libros. Me leí La
señora Dalloway (1925), Al faro
(1927) y Orlando (1928). También leí Flush,
muestra de que una persona puede escribir obras maestras pero no necesariamente
todas sus obras lo son. Los dos primeros sí son magistrales. Orlando quizás sea su mejor libro, pero
a mí me gusta más cuando Virginia Woolf se nos muestra como una escritora
moderna genial per se, y no pretende
emular a Cervantes (como a mi juicio hace en Orlando). Ahora, diez años
después, me asombro al leer mi reseña y comprobar que las impresiones se
repiten. Algo hay en este libro y en mí que permanece.
¿Por qué es difícil leer a
Virginia Woolf? Virginia Woolf desarrolló una técnica muy especial de
escritura. Algunos la llaman flujo
de conciencia o monólogo interior, pero creo que el término que
deberíamos utilizar es el flujo de
conciencias. Consiste en situar al narrador en la mente de los personajes
y, sin ruptura de continuidad, ir de una mente a otra desplazándonos en el
espacio y el tiempo, hacia adelante y hacia atrás, generando una visión
múltiple de un pequeño hecho o acontecimiento. Esto dificulta la lectura ya que
no genera la sensación de que avanzamos en la historia y al pasar de una mente
a otra es fácil desorientarse obligándonos a releer una frase, o un párrafo completo,
para llegar a entender lo que se nos cuenta.
La vida no es una serie de lámparas de calesa dispuestas simétricamente;
la vida es un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos recubre
desde el principio de la conciencia hasta el final. (El lector común)
Además, Virginia Woolf apuesta
por la belleza, ese concepto tan
difícil de definir, por ser subjetivo, evanescente, pero al mismo tiempo
alejado del modernismo líquido en el que
todo carece de valor porque el cambio se impone. Porque la belleza es algo
canónico, algo que permanece con el paso del tiempo, semejante a las
impresiones a las que antes me refería. Virginia Woolf quiere estimularnos, nos
exige concentración, se auto exige perfección, la Literatura es representación
del mundo, pero es creación
artística, superior en dicho sentido.
Leer una novela es un arte difícil y complejo. Debemos estar dotados no
sólo de una percepción aguda, sino de una imaginación audaz si vamos a hacer
uso de todo lo que el novelista —el gran artista— nos dé. (El lector común)
Al faro tiene tres partes. En la primera parte, La ventana, se nos presenta la familia
de Mrs. Ramsay. Está casada con un profesor de Filosofía y tiene 8 hijos. Están
pasando el verano en el norte de Escocia, en una de las islas Hébridas. La
madre, conociendo el entusiasmo de su hijo pequeño por ir de excursión en barco
al faro, le comenta la posibilidad de hacer la excursión. El padre, sin
embargo, opina que hará mal tiempo y no podrán ir. Opinión que apoya uno de los
invitados, el señor Tansley. Este es el punto de partida de todo el libro. Este
choque de vivencias entre ambos y entre todos los presentes, pues todos
comparten el momento y todos reaccionan ante esto. Ahí empieza nuestra travesía…No
es de extrañar que el flujo de
conciencias nos complique la lectura: ocho hijos, el matrimonio, los
invitados…Pero esta técnica le permite a Virginia Woolf hacer un retrato del
momento histórico y de las relaciones personales de todo tipo: entre clases
sociales, entre hombres y mujeres, padres e hijos, jóvenes y amantes, esposos. Es muy interesante cómo muestra el papel de la
mujer en la sociedad. Incluso la responsabilidad de la aceptación de dicho
papel (sobre todo por la posición en que el movimiento feminista sitúa a la
escritora por su ensayo Una habitación
propia). Creo que, además, entabla un diálogo literario con el otro gran
escritor del momento: Joyce. ¿Cómo no pensar en el inicio de Retrato del artista adolescente (1916)?
La segunda parte, El tiempo pasa, es un ejemplo magistral
de prosa poética. Hace ya diez años que nadie va a aquella casa, el tiempo está
a punto de acabar con ella. El jardín está descuidado, las contraventanas a
punto de caer, el polvo cubre todo, pero les han dicho a los encargados del
mantenimiento que la familia vuelve a pasar unos días. Dos mujeres están
limpiando y ordenando todo y con unas pinceladas increíbles, nos vamos
enterando de los acontecimientos desgraciados que han ocurrido a la familia.
La última parte, El faro, narra el viaje que no tuvo
lugar por el mal tiempo. Ahora el padre está empeñado en ir. Le acompañan dos
de los hijos. Un par de los invitados que estuvieron entonces están también en la casa. El
pasado y el presente se entrelazan y descubrimos las cosas que no fueron como
la Señora Ramsay había planeado, las sorpresas que ha deparado la vida y las
dificultades que siempre permanecen en las relaciones humanas.
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