Thomas Mann: Los Buddenbrook

 


Galdós es un escritor genial. Sin embargo, nos dejó pocas obras maestras: quizá solo Fortunata y Jacinta. Creo que esto se debe a que es un escritor español y demasiado decimonónico. En aquella época era muy habitual escribir sobre lo que ocurría en España, lo cual, seamos sinceros, no siempre alcanza un grado de universalidad suficiente.

Thomas Mann es otro escritor genial. Este verano se han cumplido 150 años de su nacimiento. Al contrario que Galdós, casi todas sus novelas son obras maestras. Puede que la menos lograda sea precisamente Los Buddenbrook. Y, como sucede con la mayoría de las novelas de Galdós —que, aunque no sean obras maestras, resultan excelentes o incluso geniales—, esta de Mann es demasiado alemana, en el mismo sentido al que me refería antes. Sin embargo, hay que señalar que en su décima parte roza la maestría.

De repente, nos hace pensar que hemos asistido a una parábola sobre la vida. Aquellos primeros Buddenbrook, cuyas vidas se narran con cierta rapidez, aparecen como la representación de la infancia y la adolescencia. Es en esa etapa donde nos forjamos como personas y como miembros de la sociedad. Ya la tenemos medio olvidada, pero no podemos dejar de reconocer que en ella nos convertimos prácticamente en lo que somos.

Después, el inicio del trabajo, la formación de una familia, la convivencia con padres, suegros, cuñados y cuñadas, compañeros y compañeras de trabajo, se convierten en el centro de nuestra existencia. De alguna manera, todo eso ocupa por completo la vida, sin dejar espacio para nada más. Luego llegan los hijos, en quienes depositamos nuestras esperanzas… Pero ellos, en relación con nosotros, no son más que la prueba de nuestra decadencia, la evidencia de la llegada inexorable de nuestro fin.

Sé —y espero que así sea— que llegará el día en que mis hijos me verán morir, como yo vi morir a mis padres. Y eso es tan natural como terrible. Cuando ocurra, ellos, como yo mismo y como todo lo demás, desapareceremos.

De Mann leí con esfuerzo y dicha La montaña mágica. Antes leí, Muerte en Venecia. Y creo que también alguna de las partes de José y sus hermanos. Algunas imágenes que ocurren en esta su primera novela, aparecen también en La montaña mágica y en Muerte en Venecia. Los Buddenbrook lo tenía pendiente. Me consta que personas a las que conozco y aprecio lo han leído, y yo, no haberlo hecho, lo consideraba una espinita clavada.

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