Andrés Carranque de Ríos: Cinematógrafo

 


Llegar a Andrés Carranque de Ríos como escritor, no es fácil. En mi caso lo hice a través de la novela de Foxá, Madrid: de corte a checa. El controvertido Entrambasaguas las incluye en el Tomo IX de Las mejores novelas contemporáneas (1935-1939). Excelente colección en la que incorpora, no solo los títulos seleccionados (Cinematógrafo de Andrés Carranque de Ríos, Don Amor volvió a Toledo de Félix Urabayen,  Almudena, o historia de viejos personajes de Ramón Ledesma,  Los vivos y los muertos de Samuel Ros y, la anteriormente citada, Madrid, de Corte a Cheka), sino un completo catálogo de novelas publicadas en ese quinquenio. Si en los otros tomos hace lo mismo, dicha colección es un referente imprescindible para los estudiosos de la Literatura española.

¡Y qué suerte la mía!

Cinematógrafo es una novela absolutamente moderna. Nada de lo que he leído de aquellos años me lo ha parecido tanto. Es cierto que algunos autores como Emilia Pardo Bazán, Azorín, Gabriel Miró o Gómez de la Serna, dan pasos hacia una nueva novela. Pero cuando empiezas a leer Cinematógrafo de Carranque de Ríos parece, en gran medida, que estás leyendo una novela escrita actualmente.

Mediante una aproximación objetiva e impersonal, se le compara a Baroja (y, por su puesto, a Galdós), se narran los conflictos personales de diversas vidas desconectadas, que se entrelazan de manera tangencial y fragmentaria. Con ello se logra retratar el panorama general de Madrid y las adversidades de la existencia de los personajes. Abordado dicho retrato desde el novedoso punto de vista que surge al centrarse en una academia de actores y actrices y la realización de las primeras películas, la novela adquiere una modernidad que nadie alcanza en esos momentos.  Además, Carranque se nutre de su propia vida y, aunque el desenlace de la novela no te lleva a identificar al atormentado Álvaro Giménez con él mismo, hay sin duda mucho del autor en ese “revolucionario desafortunado”.

El estilo sencillo, directo y fluido nos recuerda a Baroja. Pero el cruce de narraciones independientes, extractos de manuscritos, el poner el foco en determinados personajes, el mostrar la miseria como una atmósfera que nos invade, sin aspavientos; convierte la novela en un producto único. Muy recomendable.

 


 


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