Agustín de Foxá: Madrid de corte a checa
Como dije en la reseña a Acero
de Madrid, son cuatro las novelas que José
María Martínez Pechero quiso destacar sobre la Guerra civil. Esta de A. de Foxá
es, quizás, la equivalente a la de Petere en
cuanto a bando de la contienda. Además es una de las novelas que aparece en "Las mejores novelas contemporáneas. 1935-1939", seleccionadas por el pródigo J. de Entrambasaguas.
En lo político, en la descripción
común de los mismos acontecimientos, es curioso o interesante ver cómo los
héroes para uno son una panda de tarugos asesinos sin escrúpulos para el otro. No
obstante, aunque ambas novelas comparten una intención propagandista especial,
el punto de vista literario es bastante diferente. Si en la de Petere
encontramos cierta poesía o intención estética, en Madrid de corte a checa,
hay mayor intención realista y explicativa. Las tres partes que la componen, «Flores
de Lis», «Himno de Riego», «Hoz y martillo» corresponden a
una descripción lineal de los acontecimientos desde la situación anterior a la Segunda
República, los avatares sociales y políticos durante la misma y el inevitable
alzamiento y revolución a la que se vieron abocados los españoles.
Foxá presenta a los intelectuales
modernos progresistas pre-republicanos, como responsables de llevar al pueblo inculto,
castigado por los burgueses, nuevos ricos, herederos de una España de caciques,
a un mundo lleno de esperanza revolucionaria al que el gobierno débil
republicano no sabrá controlar. Frente a esa tendencia revolucionaria de
aires marxistas o bolcheviques, surgen los falangistas que, dirigidos por
Jose Antonio y otros fascistas como el propio Foxá, que aparece en el emotivo
capítulo en el que escriben el himno falangista Cara al sol, verán en la
sublevación militar de Mola y Franco la auténtica esperanza de regeneración
nacional.
Lo que en las dos primeras partes se
nos presenta como una razonable, e incluso loable, explicación de los hechos,
se convierte en la tercera parte en una descripción horripilante de
persecuciones, asesinatos, salvajismo, cobardías y desgobierno. Cierto que, entre
toda esa brutalidad, con bastante maestría, Foxá pone unas gotas de
humanidad en ambos bandos. Pero en esta tercera parte la balanza cae demasiado
hacia uno de los lados y, además, acaba con un periplo fugaz que lleva al
protagonista desde Madrid a Valencia, Barcelona, Narbona, San Sebastián,
Burgos, Salamanca y Madrid, pero esta vez al otro lado, bastante atropellado y muy poco desarrollado.
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