Albert Pijuan: La gran ola

 


Es la primera vez en mi vida que tras leer un libro en su idioma original, Tsunami en catalán, lo leo traducido a otra lengua, La gran ola en castellano. El resultado ha sido curioso. No tengo la posibilidad de valorar la variable orden, pero no se puede subestimar su importancia…

La gran ola empieza en Sri Lanka, 2004.  Los que vimos las imágenes de aquel acontecimiento las seguimos teniendo presentes. Pero mis hijos, que todavía no habían nacido, por ejemplo, no pueden leer esta novela con esa experiencia.

Estamos en la inauguración de un hotel de la exitosa compañía hotelera catalana Grup Serrahima Hotels. Tres chavales, primos e hijos de los propietarios de la compañía, celebran su cumpleaños (18 años). “Hijos de papá”, egoístas, malcriados, indolentes y voraces (leemos en la contraportada), hacen cualquier cosa para pasarlo bien.  Con dinero, piensan, se puede obtener todo. Miran al mundo por encima del hombro, especialmente a los habitantes de la isla. Incapaces de refrenar sus instintos ni de aguantar la frustración, van a cometer una salvajada que, de diferente manera en cada uno de ellos por sus sicologías, les marcará y acompañará el resto de su vida.

Como si se tratara de un sistema gravitatorio de tres cuerpos que se hubiera reunido en 2004 y separado posteriormente, asistimos a un nuevo encuentro de los personajes en 2017, en México.  La reunión de los primos coincide otra vez con un desastre natural, el terremoto de Chiapas. Aunque no llegan a reunirse físicamente los tres, vemos lo que les ha deparado la vida esos trece años. Ya no son los mismos, pero los tres mantienen el recuerdo vivo de lo que hicieron. La compañía hotelera sigue su trayectoria de prosperidad, aunque ellos no se ven como los herederos que pensaban ser en 2004.

La tercera parte ocurre en 2024. Tienen la oportunidad de pedir disculpas por sus actos pasados y deciden volver a Sri Lanka...

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¡Otra novela! Leerla en castellano ha sido como leer otra novela. El idioma ha producido otra sensación. ¿El idioma o la relectura? Sí que puedo decir que, para bien o para mal, el castellano es mi lengua habitual de lectura y carece de carga ideológica. Mientras que el català, o el valencià del nord, com diem ací alguns, (al menos para mí en esta novela), está impregnado ideológicamente.

Independientemente de estas disquisiciones sin importancia, es una novela muy recomendable.

 

 

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