Cecilia Bölh de Faber: Clemencia

 


Si hubiera leído primero Clemencia, no hubiera leído después La gaviota. Habiéndolas leído de esta manera, se me hace más patente la modernidad y frescura de la primera novela de Cecilia Böhl de Faber.

Clemencia es una obra redonda, escrita también de una manera envidiable. Inteligente, culta, llena de citas (No me hagas cargos por mis muchas citas, cosa muy poco usada en nuestra literatura. Tráigolas porque, como no presumo de mis juicios tanto que piense que no necesitan padrinos, tengo interés y hallo gusto en buscárselos buenos y autorizados).  Pero en esta ocasión el sentido moral que la envuelve te hace comprender las duras críticas que el mundo cultural del momento le obsequió (y le obsequiaría actualmente).

Clemencia (1852) será su obra más ambiciosa, que quiso publicar en volumen. En ella plantea su ideal de mujer española: modesta, virtuosa y que, instruida, sepa controlar sus pasiones. Y, por supuesto, religiosa. De este modo sería no solo buena esposa sino también buena madre. Defiende la necesidad de la instrucción de la mujer para defenderse de las tentaciones del mundo. Esta instrucción estaría acompañada de la lectura, que le parecía fundamental a la autora como demuestra al incluir cuentos para niños enteros en sus novelas. Además los personajes que leen son los más buenos y virtuosos. (Wikipedia)

No obstante, en la novela Cecilia nos presenta distintas maneras de afrontar la vida por parte de sus personajes que las defienden con rigor. Constancia, Alegría (hermanas) y Clemencia (prima de ellas) ya nos indican cómo será su manera de pensar a través de sus nombres. La primera acaba siendo una beata al morir el hombre a quien ama. La segunda hará un buen casamiento y tendrá tres hijos, pero sus ganas de disfrutar de la vida, lo estropeará todo (sin que esas ganas de vivir que anuncia su nombre desaparezcan). En un momento dice:

¡Niños! esa plaga, esa carga, esas trabas, que acaban con la paciencia, que destruyen el físico, que quitan el gusto y el tiempo para todo. ¡Oh! son una calamidad.

Sobre Clemencia nos dice en la introducción la autora:

Lo que te expongo en esta novela es la vida de una mujer, con eventos sencillos y cuotidianos como se hallan en toda vida de mujer, y son indispensables en toda novela. Clemencia, en contraposición de Lágrimas, que es el tipo de la mujer triste, débil y abandonada, es el de la mujer lozana, alegre y feliz. Es más difícil hacerla interesante: ¡ojalá logre hacerla simpática!

También nos recuerda cuál es su propósito como escritora:

Ya sabes que lo que escribo no son novelas de fantasía, sino una reunión de escenas de la vida real, de descripciones, de retratos y de reflexiones.

Independientemente del carácter dogmático o moralista de Clemencia, nos hace evidente el papel renovador en la novela de Cecilia Böhl de Faber (a mi juicio poco reconocido). Mujer culta, conocedora de la literatura de otros países, escribió inteligentemente, con propósitos renovadores y críticos. Defendió una posición feminista conservadora (católica) para la mujer que chocó y nos choca acostumbrados como estamos a la dicotomía política que tanto ha perdurado en España.

 

Comentarios

Entradas populares