G. Flaubert: Tres cuentos


A finales de 2021 se cumplirán 200 años del nacimiento de Gustave Flaubert. Hace unos años, diez veo en el blog, leí Madame Bovary, La educación sentimental,  Salambó y Bouvart y Pecuchet. Ahora solo podría resumir la primera. El olvido ha acabado con las impresiones que me produjeron las otras. Solo quedan las lacónicas entradas en este blog. De aquellas pinceladas a duras penas puedo deducir de qué van esos libros. Pero me atrevo a pensar que no son obras, salvo la primera, que toquen mi personal fibra humana. Como no me apetecía releerlas, quizás algún día lo haga pues estoy convencido de que no soy el mismo lector que entonces, y en La literatura en peligro Tódorov comentaba una correspondencia entre la escritora George Sand y Flaubert en que hablaban de Un corazón simple, me he decidido por Tres cuentos (1877). En este libro se incluye el relato que se menciona en la correspondencia entre los dos escritores.  Leemos en Tódorov:

«Tú creas desolación, y yo consuelo», le dice Sand.

«Siempre me he esforzado por llegar al alma de las cosas.», le replica él.

«La verdadera realidad es una mezcla de bello y de feo, de oscuro y de brillante», ahora es ella.

Cuando Flaubert empieza a escribir Un corazón sencillo, comenta a su corresponsal: «Reconocerás tu influencia directa».

En Tres cuentos aparecen las historias: Un corazón sencilloLa leyenda de San Julián el hospitalario y Herodías. Uno se atreve a pensar que no hay nada en común entre ellas y que fue fruto del azar reunirlas. No obstante, se intuye que tras estas aparentemente no relacionadas historias hay o debe de haber algún sentido o motivo de Flaubert.  La primera historia es la más cercana. Nos habla de Felicidad una mujer que trabaja como sirvienta a quien la vida le somete a diversos sufrimientos a los que ella se repone con la fuerza que su bondad le proporciona.

Un vapor de azur ascendió en el cuarto de Felicidad. Adelantó la nariz aspirándolo con una sensualidad mística; luego cerró los ojos.

La segunda narración es la historia de San Julián el Hospitalario, aproximadamente tal como se ve en una vidriera de iglesia de mi tierra, nos dice al final Flaubert. Julián es un joven sádico con los animales. Envuelto en sucesos sobrenaturales, se le anuncia que acabará matando a sus propios padres. Él huye para evitarlo, pero la maldición acabará cumpliéndose. Tras el desastre decide evitar el trato humano y vivir como un ermitaño. Decide en un momento dado quedarse junto a un río y ayudar a quien necesite cruzarlo llevándole en una barca. No pide nada a cambio. La gente le da ropa, alimentos. Una noche llega un viajero muy especial, aquejado de una enfermedad cutánea muy desagradable y aparentemente contagiosa. A él esto no le preocupa y  Julián ascendió hacia los espacios azules, cara a cara con Nuestro Señor Jesucristo, que le llevaba al cielo.

La última historia nos lleva a tiempos de Herodes. Tiene encerrado a San Juan Bautista, también llamado Jaocanán, como un preso revolucionario muy peligroso.  Como soy desconocedor de los datos históricos verificables, no sé muy bien si toda la trama tiene fundamento histórico o es pura ficción, como ya había hecho antes en  Salambó. En mi caso esto me genera cierta desazón porque no sé si fiarme,  especialmente porque hay una atmósfera de irrealidad muy grande.

 A mi juicio creo que Flaubert nos quiere hacer ver cómo la religiosidad de su momento histórico tiene fundamento en “hechos” e historias bárbaras, sangrientas, en santos despiadados que luego buscaron la paz dándose a los demás, que es lo que hace Felicidad como sirvienta de una mujer burguesa que sin embargo no siempre era una persona agradable.

Está bien.

 

 

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