Peces en la tierra. Ed. Pepa Merlo

 


En la tertulia literaria de mi IES (IES Benicalap) suelen escoger alguna novela, alguna obra de teatro y alguna de poesía cada curso. Este año, sin embargo, no han escogido una obra de teatro. Mantuvieron Al faro de Virginia Woolf del curso pasado y se decidieron por un par de libros de poesía. El primero es este Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 (2010). Edición de Pepa Merlo. Leemos en el artículo de Wikipedia de la recopiladora:

Este trabajo evidenció el silencio que se ha ejercido sobre las autoras y fue un trabajo seminal para ediciones de poetas olvidadas, artículos, tesis, documentales..., para, en definitiva, destapar toda una parte de la historia de la literatura que ha sido ocultada. Este libro constató la necesidad de investigar, descubrir y presentar a esas autoras y a todas aquellas que a lo largo de la historia, con mayor o menor dificultad, han ejercido su trabajo, trabajo silenciado o relegado a un segundo plano detrás de un seudónimo masculino o del nombre del esposo.

En la tertulia hemos coincidido todos que este libro supone un descubrimiento de un nutrido grupo de poetas mujeres que convivieron en una época y un lugar (Madrid fundamentalmente) junto a los grandes nombres de poetas hombres que aparecen en los manuales de Literatura y libros de texto. [En Historia esencial de la literatura española e hispanoamericana, de F. Pedraza y M. Rodríguez que uso como referencia en muchas ocasiones, en su sección 7.7.1. Poetas españoles de la Generación del 27, no aparece ninguna mujer]. No pensamos que haya razones de calidad que justifiquen su ausencia. Es cierto que la obra de Juan Ramón, Lorca, Gerardo Diego, Jorge Guillén y otros referentes es incuestionable. Pero no parece que exista más motivo que la “des-cultura” de género para que nombres como el de Concha Méndez, Elisabeth Mulder, Ernestina de Campourcin, Carmen Conde o Josefina de la Torre (por no decir Rosa Chacel de la cual ya he reseñado un par de novelas) no aparezcan junto a los de ellos. Como no citar a las otras poetas que aparecen en esta antología creo que es injusto las listo por orden de aparición en el libro:

Casilda de Antón del Olmet.

Gloria de la Prada.

Pilar de Valderrama.

Lucía Sánchez Saornil.

Rosa Chacel.

Concha Méndez.

María Luisa Muñoz de Buendía.

Cristina de Arteaga.

María Cegarra.

Elisabeth Mulder.

Ernestina de Champourcín.

María Teresa Roca de Togores.

Carmen Conde.

Josefina de la Torre.

Marina Romero.

Josefina Romo Arregui.

Dolores Catarineu.

Josefina Bolinaga.

Esther López Valencia.

Margarita Ferreras.

De todos los poemas quiero destacar uno que nos llamó la atención a casi todos.

Josefina Romo Arregui.

Ser fea

Hoy he sentido todo el amargo pesar

de saber que es mi rostro casi feo, vulgar;

tal vez tú no comprendas lo hondo de la herida

no sabiendo que adoro el amor y la vida,

 

la belleza hecha carne de plástica asombrosa,

de suavidad de bruma y de aroma de rosa.

Por eso me he sentido encogida de pena

cuando él me decía, la mirada serena:

 

no eres bella, más luce sobre tu frente

la magnitud de tu alma escogida y consciente.

Ay! La amargura toda se ha agolpado en mi pecho

y el castillo de naipes ha quedado deshecho.

 

He golpeado mi cuerpo con sañuda fiereza

hasta quedar rendida de dolor y tristeza.

Por ser hermosa, hermosa, de atractivos sin cuento

diera todo este espíritu que tan solo es tormento

 

que me retiene en hondas meditaciones graves,

mientras las flores mecen sus contornos suaves.

Oh! En la Armonía Eterna de ser un triste designio

y en la bella Natura no encontrarse a sí mismo.

 

Por eso hoy he sentido tan amargo pesar

al saber que es mi rostro casi feo, vulgar,

y llevaré en mi alma el rastro de la herida,

en mi alma enamorada del amor y la vida.

 

Otro poema que he de reconocer no me había llamado mucho la atención pero que en la tertulia se evidenció su peculiaridad y valor fue:

 

Elisabeth Mulder

 

Rebeldía

 

Señor, ya no más hiel; quiero un momento

ser yo quien el atroz látigo empuñe.

Hastiado de lo injusto del tormento

el león que hay en mí protesta y gruñe.

 

Señor, ni sumisión ni mansedumbre

quiero; no soporto lo inicuo de mi yugo.

Soy rayo, río, volcán, soy muchedumbre,

no tolero cadenas ni verdugo.

 

Señor, ya no más hiel, que mi garganta

la inhumana ponzoña más aguanta.

Mi corazón, congestionado, estalla...

 

Y una roja visión me va exaltando...

¡Si he de morir, Señor, que sea matando,

como muere el soldado en la batalla!

 

Son solo un par de muestras que espero sirvan para animaros a leer esta interesante antología.

 

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