J. Zorrilla: Don Juan Tenorio
Cuando mi hijo empezó la ESO saqué del trastero la colección de libros
sobre la Historia de la Literatura Española. Tuve la estúpida presunción
de pensar que los necesitaría. Con ello me vi obligado a meter en el
trastero algunos libros de premios Nobel más o menos extraños y las
solapas verdes de nuestros clásicos nos han estado observando desde
entonces.
Creo que esa observación mutua que ellos hacen y yo les
hago, es la causa principal por la que estoy leyéndolos. Ya dije que
Fortunata y Jacinta me pareció una obra maestra. Y Don Juan Tenorio es
sin duda otra, esta vez en el tan español mundo del teatro en verso.
Zorrilla escribió en 1844 esta impresionante mezcla de mitos "tirsomolianos", impregnados de un espíritu romántico sin igual, cuando el Romanticismo estaba a punto de desaparecer. Dicen que la gran fama del Don Juan Tenorio hace que otras grandes obras del escritor vallisoletano se vean desmerecidas. Puede, pero no es de extrañar. El verso ágil y ligero, la estructura impecable del drama, la originalidad de contarnos la historia que todo el mundo conoce de la mejor manera posible, convierten a esta obra de teatro en un referente atemporal. Cuando empieza Zorrilla ya sabe que su personaje no necesita presentación. Su fama le precede. Nos lo muestra merecedor de nuestro absoluto desdén. Y la cosa no mejora... Pero, en un momento nos dice Don Juan:
Y Brígida, celestina también odiosa, le contesta:
Se convierte de esa manera en un malvado con corazón capaz de amar. Un desalmado cuya fama va a conseguir que no pueda escapar a su destino. Destino que acepta con valentía y honor que finalmente le será premiado pudiendo descansar eternamente junto a su amada Doña Inés.
Magnífica obra que todos
podemos leer y disfrutar.
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