E. Cioran: Del inconveniente de haber nacido


 Puede que me equivoque, pero creo que el nombre de Cioran lo leí por primera vez en un comentario en una red social de un antiguo alumno que preguntaba qué nos parecía ese autor. Esto ocurrió un poco antes de que yo leyese Diez razones…, y como me he dado de baja de esa red social, no puedo, ni quiero, comprobarlo. En fin, el asunto está en que me picó la curiosidad.

Emil Cioran (1911-1995) es un extraño autor de origen rumano. Próximo a la extrema derecha en un momento histórico en el que los fascismos estrangulaban Europa, centró su residencia en París y abandonó el idioma rumano para escribir en francés y también esas ideas extremistas que la juventud hizo brotar en su ser. Pero no es ese el motivo de la extrañeza a la que aludo. Por lo que comentan de él, lo que me he encontrado en Del inconveniente de haber nacido, no es algo singular en este libro, sino de su obra. ¿Es un filósofo? ¿Es un escritor? Este conjunto de ideas arremolinadas alrededor de lo que nos dice nada más empezar:

No corremos hacia la muerte; huimos de la catástrofe del nacimiento. Nos debatimos como sobrevivientes que tratan de olvidarla. El miedo a la muerte no es sino la proyección hacia el futuro de otro miedo que se remonta a nuestro primer momento.

Nos repugna, es verdad, considerar al nacimiento una calamidad: ¿acaso no nos han inculcado que se trata del supremo bien y que lo peor se sitúa al final, y no al principio, de nuestra carrera? Sin embargo, el mal, el verdadero mal, está detrás, y no delante de nosotros. Lo que a Cristo se le escapó, Buda lo ha comprendido: «Si tres cosas no existieran en el mundo, oh discípulos, lo Perfecto no aparecería en el mundo...» Y antes que la vejez y que la muerte, sitúa el nacimiento, fuente de todas las desgracias y de todos los desastres.

esta acumulación de aforismos, entremezclada con supuestos episodios vividos,

Cuando me paseaba, tarde, por el camino bordeado de árboles, una castaña cayó a mis pies. El ruido que hizo al estallar, el eco que se suscitó en mi, y un temblor desproporcionado con respecto a ese ínfimo incidente, me sumergieron en el milagro, en la embriaguez de lo definitivo, como si no hubiera ya más preguntas, sólo respuestas. Me sentía ebrio de mil evidencias inesperadas con las que no sabía qué hacer...

Así fue como estuve a punto de alcanzar mi momento supremo. Pero creí preferible continuar el paseo.

¿qué tipo de texto es?

En la breve introducción al libro se nos dice:

El pensamiento de Cioran no es fácil de reducir, de trasladar en palabras, su lectura se convierte en una experiencia personal.

Sin lugar a dudas así es. Y por tanto, en esta reseña voy a explicar lo que me ha sugerido esta lectura (cosa que quiero dejar clara no pretende ser un resumen, ni tan siquiera un comentario a lo leído, sino una descripción de mi experiencia personal).

Estamos vivos, así es. Y en general lo que nos lo recuerda, lo que nos produce consciencia de nosotros mismos suele ser el dolor, la frustración, el fracaso. Aunque obviamente, también en ciertas ocasiones la alegría y la felicidad. Una de las mayores estupideces que hacemos es pensar seriamente en Nosotros mismos. Es algo que llevamos haciendo desde la antigüedad. Nos hemos empeñado en creer que nuestra existencia tiene un motivo, un porqué, y por eso hemos inventado religiones y filosofías. Pero la verdad es que en el momento que naces lo único verdadero es que la cosa no tiene remedio. Bueno, puedes pensar en suicidarte, como aprendimos en El mito de Sísifo, pero lo normal es más bien pensar en todo lo contrario.

La muerte es la providencia para aquellos que han tenido el gusto y el don del fracaso, es la recompensa para todos los que no han logrado nada, que nada tenían que lograr... Les da la razón, es su triunfo. Por el contrario, para los otros, los que han luchado por tener éxito y lo han logrado, qué chasco, qué bofetón.

 ¿Podemos hacer algo para llevar esta situación? Cioran nos dice:

No nacer es sin duda la mejor fórmula que hay. Desgraciadamente no está al alcance de nadie.

Sumergirse en uno mismo, en la lectura, meditar, evitar a los otros, pasear por los cementerios…

Mejor es el buen nombre que el buen ungüento,
y el día de la muerte que el día del nacimiento.

 

 

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