Byung-ChuI Han: La sociedad del cansancio

 


Este corto ensayo filosófico cayó en mis manos de casualidad. No tenía un especial interés en leerlo, pero leí este párrafo con el que empieza:

Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica.

Y decidí leerlo, dado que, probablemente, el ciclo nuevo que vamos a empezar será viral y me interesó saber por qué este hombre tan peculiar creyó en 2010 que el mundo estaba asolado por otro tipo de enfermedades no relacionadas con los seres microscópicos.

La idea es muy simple. Desde hace algún tiempo el ser humano, gracias al sistema capitalista en el que vivimos, ha dejado de ser un animal laborans (Hannah Arendt) de la sociedad industrial y postindustrial y se ha convertido en un sujeto de rendimiento.

El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido a nadie, mejor dicho, solo a sí mismo. En este sentido, se diferencia del sujeto de obediencia. La supresión de un dominio externo no conduce hacia la libertad; más bien hace que libertad y coacción coincidan. Así, el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento. El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica, que, a causa de las estructuras de obligación inmanentes a ella, se convierte en violencia. Las enfermedades psíquicas de la sociedad de rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica.

Así, las enfermedades mentales que acucian a la sociedad se explican por esa autoexplotación que el día a día nos va generando (o genera en algunas personas).

Sin duda, la idea es bastante sugerente. No obstante, recordando aquellas palabras que leí en Dialéctica de la Ilustración, Byung-ChuI Han me ha parecido un poco “charlatán”. Y lo digo porque en pleno siglo XXI creo que sus afirmaciones podrían ir acompañadas de datos que nos permitieran concluir que lo que dice tiene un fundamento científico y no son simplemente opiniones originales de un pensador moderno.

 

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