Julio Cortázar: Bestiario


 

Este verano de 2025, a finales de julio, me organicé las lecturas de agosto. No me hice una lista exagerada con títulos suficientes para tres meses, no. Esta vez fui especialmente realista. Y, entre las lecturas, de repente, me propuse leer Bestiario, el primer libro de cuentos que Cortázar publicó en 1951.

Cortázar es el autor que menos he leído y más ha influido en mí. Con 17 años leí una recopilación de sus cuentos que apareció en la mítica Biblioteca personal de Jorge Luis Borges. Puede que veinte años después leyera algún cuento suyo en un formato pequeño. Tendría que buscar en mi trastero para encontrar aquellos libros. Y ahora, casi veinte años más tarde, me he decidido a leer Bestiario.

Creo que el motivo de esta decisión fue la recomendación de una entrevista que se le hizo en Televisión Española, en el programa A fondo, en 1977. Dura unas dos horas y uno puede disfrutar de otra manera de entender la televisión, muy diferente a la actual. Además del interés que, de por sí, tiene una figura como la de Cortázar.

De Cortázar no he leído ninguna de sus novelas. Sus cuentos siempre me han generado una sensación intensa. Algunos se han mantenido en mi mente como una luz de emergencia, siempre encendida. Y esta vez no ha sido diferente.

De los ocho cuentos yo diría que siete, por lo menos, son imprescindibles. Dejo fuera uno de ellos porque me ha parecido demasiado borgiano.

No sé lo que me deparará el paso del tiempo esta vez y si, dentro de veinte años, alguno de estos cuentos seguirá encendido en mi recuerdo.

Quizás Casa tomada, que seguro he leído en varias ocasiones, será uno de ellos, ahora que lo interpreto de varias formas distintas. O el surrealista Carta a una señorita en París, que en el fondo provoca una cruel sonrisa. Me extrañará olvidar Lejana, en el que Cortázar muestra esa maestría para conseguir que sus personajes se desdoblen e intercambien como solo él sabe hacer. Puede que recuerde cómo, mientras cenábamos, conté a mi familia Ómnibus y cómo ellos interpretaron el cuento de forma muy diferente a la mía. Quizás Cefalea permanezca por esa necesidad de olvidarlo que siento. ¿Seré capaz de olvidar Circe? Seguro que pensaré que Las puertas del cielo es uno de los cuentos de Borges que leí en sus Obras completas de Alianza. Y Bestiario... ¿Dónde escondemos nuestro tigre?

 

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