Alfredo Álamo: Maginot
Escribir una novela supone elaborar un escrito a partir de una receta. Puede que alguien diga que no escribe así; que empieza y deja a sus personajes andar por su cuenta, etc., etc. De alguna manera, realmente es como cocinar un plato. Casi todo el mundo sabe cocinar un huevo frito, o una tortilla, unos macarrones, arroz a la cubana… Hacer una paella es laborioso, pero si sabes hacerla, la pueden degustar varios y valorar tu competencia culinaria.
Cuando hago una paella familiar o para amigos, normalmente no necesito sus comentarios para estar o no estar satisfecho. Pero tanto si los hay como si no los hay, son una señal del éxito o fracaso; o, sin llegar a planteárselo desde ese punto de vista, de si ha salido bien, mal, regular o genial. Si me invitan o voy por ahí a comer y como paella, pues igual. Siempre juzgas cómo está la paella.
Lo mismo ocurre cuando leemos un libro. En muchas ocasiones el libro no se nos presenta como otra paella. Mas bien es algo nuevo. Algo para lo que no tenemos referentes claros con los que juzgarlo. Y como novedad para nuestro paladar, hacer un juicio de valor supone un verdadero esfuerzo.
Pero en otras ocasiones uno, desde el principio o al poco de empezar su lectura, descubre que aquello es una paella, otra paella más. Y entonces pues todo se nos presenta como cuestionable; a todo le podemos poner reparos; que si el pollo está poco hecho; que si la verdura está cruda; la alcachofa no me gusta; el arroz se ha quedado duro (o se ha pasado, ¡horror!).
Maginot es un libro de Alfredo Álamo. La edición en La Magnífica me parece muy buena. No es de extrañar, pues es una micro-editorial fundada por el propio autor, entre otros. Aunque con los párrafos precedentes he dejado claro que no estamos ante una obra maestra, es un gusto leer esta novela; en parte por esa edición tan agradable en cuanto a tamaño, papel, cubierta, solapas… Parece mentira, pero así es. De hecho, me encantaría que editaran algún libro mío de esa manera.
¿Qué es lo
que no me ha gustado de Maginot?
Pues lo que
decía de la paella.
Uno asiste a
los hechos de una manera forzada, sintiendo que el autor no nos está ofreciendo
un nuevo plato; se limita a ir añadiendo cositas en busca de un final digno. A
veces entretiene, pero, casi siempre, echas a faltar algo más de “chicha”. Acabas diciéndote, qué lástima, ha intentado
hacer una paella, pero le ha salido un arroz caldoso.
Porque, la
verdad, la paella que quería contarnos tenía muy buena pinta. Jaume
el Comunista, consigue sobrevivir a un fusilamiento al acabar la Guerra
Civil y pasa a Francia. Ha sobrevivido dejando atrás a compañeros,
amigos y quizás amores. Siente, como hemos leído en otros libros, el malestar
del superviviente. Quiere seguir adelante, olvidar el pasado, pero los
fantasmas le persiguen. A él y a algunos compañeros de viaje por la Francia
temerosa de los exiliados españoles y a las puertas de la invasión por la Alemania
de Hitler.
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