Miguel de Unamuno: Paz en la guerra
En algún momento leí sobre cómo
la relación entre Unamuno y Clarín se quebró a causa de Paz en la guerra (1897). Clarín
era el referente literario del momento y Unamuno
le envió su novela en espera de una buena crítica… O, por lo menos, una
crítica… Pero Clarín no llegó a decir
nada sobre la primera novela de Unamuno.
Las novelas posteriores de Unamuno son tan diferentes que
cualquiera podría pensar que cabría darle las gracias a Clarín. Y no es porque esta novela sea malísima y las otras muy
buenas. Sino por el estilo tan diferente.
Pero dejando de lado estas
disquisiciones, hemos de reconocer que se nos hace un poco cuesta arriba acabar
esta novela. Bueno, acabarla no. Más bien llegar a su último capítulo.
Unamuno escribe una novela dividida en cinco extensos capítulos. Sin
duda que apuesta por esa estructura frente a la clásica de tres actos por
mostrar el efecto de la guerra carlista en el universo que describe. Así el
primer capítulo sería un prólogo en el que se nos presenta la familia de Pedro Antonio y sus conocidos, después
se empieza a desarrollar el conflicto familiar con el hijo Ignacio Iturriondo y sus amigos. En medio de ese conflicto surge la
guerra carlista que es protagonista del tercer capítulo. El cuarto nos cuenta
la tragedia de la muerte del hijo y de conocidos y el quinto es una especie de
epílogo en el que los supervivientes se han de enfrentar al futuro sabedores de
lo inútil y estúpido vivido.
Este último capítulo es
extraordinario. Uno siente que Unamuno
se ha adelantado varios años a los renovadores de la prosa que aparecerán en Francia, Irlanda, Reino Unido, Alemania… De hecho, sirve
para cerrar y dar un sentido global a toda la obra. Se advierte entonces que,
aunque Unamuno parece abogar por una
novela histórica y autobiográfica, hay sobre todo eso una fina pátina de novela
filosófica, como harán más tarde Camus
o Sartre, en la que el autor quiere
darnos su visión de la vida.
Única.
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