Elena Quiroga: Algo pasa en la calle

 


Muchas eran las expectativas que tenía puestas en esta novela de Elena Quiroga. Escrita en 1953, Entrambasaguas la incluyó en el tomo XII de su interesante colección de novelas Las mejores novelas contemporáneas. Pero no ha sido hasta llegar más allá de la mitad del libro cuando he sentido que estaba ante unas páginas realmente interesantes. Posiblemente sea el tema el que me ha dejado algo indiferente aunque, al mismo tiempo, muy asombrado por las connotaciones sociales que tiene (al menos transmite hoy).

Se trata de una novela con un reducido número de personajes. Básicamente: Esperanza, Ventura, Froilán, Ágata, Presencia y Asís. Esperanza es una mujer de posición, a nuestros ojos “catolicorra” (no creo que en aquel momento se viera como se ve hoy, más bien me imagino era la víctima), despechada por el abandono (durante aquellos años republicanos en los que se podían hacer esas cosas en España) y consiguiente divorcio civil por parte de Ventura, profesor de Filosofía en la universidad. El hombre, a pesar de tener una hija (Ágata), no soportando la vida en común con su mujer y pensando, aparentemente en el bienestar de su hija, prefiere desaparecer de su vida y divorciarse. Esperanza le dirá a su hija que el padre había muerto.  Ventura se volverá a casar con Presencia, una joven alumna suya, con la que tendrá un hijo: Asís. Froilán es el marido de Ágata.

La novela comienza con el anuncio telefónico de la muerte de Ventura a Esperanza. A partir de ahí, eso sí, magistralmente narrado, con cambios de puntos de vista, alternancia de narrador, inclusión de monólogos interiores, vamos descubriendo toda la historia de esta “doble” familia y qué impacto social tuvieron estas vivencias al tiempo que se vela al difunto.

Ahora que escribo esta nota me va causando mejor impresión el recuerdo de la novela. Globalmente la veo muy bien acabada y su objetivo muy claro y logrado. Al principio, como he dicho más arriba, me interesó poco; me parecía afectada y anticuada. Pero es evidente la fuerza y valentía que Elena Quiroga tuvo al embarcarse en una obra como esta en un momento como aquel.


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