L. Romero: La noria
Una de las experiencias más
gratificantes que produce la lectura es la sorpresa
(positiva). Quizás por eso La noria
(1951) me ha parecido una “obra maestra”. Aunque ahora que han pasado algunos
días desde que la acabé de leer empiezo a ponerle pegas, las objeciones que me
vienen a la cabeza son más bien divagaciones sobre lo qué es una novela que cosas
negativas sobre ella.
Luís Romero ganó con La noria
el Premio Nadal en 1951. El hombre
estaba en Argentina y, según cuenta el propio autor, envió el libro al
concurso, a probar suerte. Ganó y con ello empezó su carrera literaria. Dice Mainer sobre La noria que tuvo la mala suerte de publicarse el mismo año en que Cela parió su magnífica La colmena. Seguramente tiene razón.
Leer (novelas) es una de las
actividades humanas mas peculiares. ¿Por qué leemos?¿Qué necesitamos cuando
leemos?
Esta historia, que es un
deambular arbitrario durante un día en la Barcelona de la posguerra, saltando
de un personaje a otro como si estuviéramos siguiendo la pista al camino
contagioso de un virus, tiene la gran virtud de entretener. Y, además, consigue
hacerlo desde el asombro de lo inesperado, de lo original. Ese
entretenimiento agradable que la Literatura produce creo que es lo
suficientemente generalista para que sirva de respuesta a la anterior pregunta,
no solo en mi caso, sino en el de cualquier persona. Leer La noria es
más que leer una novela. Es formar parte de una experiencia. Pero para
ello no has de buscar una trama, un argumento bien elaborado que permita desenredar
ningún ovillo. Basta con saltar y dejarse arrastrar por la corriente.
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