Manuel Vilas: Nosotros
Desde
que en 1944 se le concediera a Carmen Laforet, por Nada, el Premio Nadal, hemos ido descubriendo (o re-conociendo desde
que Planeta compró Destino), grandes figuras de la
literatura española. Aunque muchos nombres no han dejado una gran estela,
todavía tenemos cierta garantía de acierto si apostamos por leer una novela
galardonada con este longevo premio.
Como
casi todo el mundo, empecé a oír hablar de Manuel Vilas a partir de su
novela Ordesa (que no he tenido el
placer de leer todavía). No me enteré de que fue finalista al Planeta en 2019. Pero en esta ocasión,
con el Nadal, lo supe al día siguiente y tuve claro que no iba a dejar pasar
esta oportunidad para leer algo suyo.
Nosotros es una buena novela, merecedora
del premio.
La cosa tiene tintes melodramáticos al principio. Junto al sin duda aliento de poeta que recorre los capítulos, pensamos que la lectura se va a poner cuesta arriba afectada de un lirismo un pelín insoportable. Claro que, si a uno le gusta la poesía, especialmente el soneto “trabalengüesco” de Quevedo (que asombrosamente han memorizado los personajes principales de la novela y aparece repetitivamente como místico mantra), te gustará ese hermoso lirismo de Vilas.
Sin embargo, y menos mal, hemos de agradecerle (también), el alocado viaje de Irene en busca del placer y reencuentro con su marido a través de exóticas relaciones en hermosos lugares del litoral mediterráneo.
Al tiempo que vamos conociendo anécdotas de
su pasado, le acompañamos en una idílica
huida hacia adelante en busca de hombres y mujeres a los que seducir y
enamorar. Irene, esa es parte de su grandeza, puede hacer ambas
cosas. Así, nos monta Vilas en una montaña
rusa de sensaciones pasando por momentos de gran entusiasmo y otros
melancólicos. Irene intenta atrapar el gran amor de su vida en momentos mágicos
sorprendentes. A pesar de ello, la felicidad plena se le escapa, como agua bendita, entre los
dedos. Aunque eso no, no nos ha de extrañar a los que conocemos la vacuidad de la vida…
Manuel Vilas ha escrito una novela capaz de agradar a un amplio espectro de lectores: amantes de lo lírico, degustadores de lo sensual, denostadores del libre mercado, amantes de la meditación, ecologistas, sibaritas, insaciables del lujo, devoradores de lugares, sicólogos, siquiatras… Y por si fuera poco, se permite rematar la novela impecablemente (aunque, desgraciadamente, a mi no me ha gustado el final).
Sin lugar a dudas, una recomendable lectura.
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