Roberto Villa García: 1917 El estado catalán y el soviet español.

 


Es curioso cómo se escriben algunos libros de historia (como este caso). Desde el inicio uno siente que lo que se propone es un relato. No nota uno que sencillamente se narran hechos históricos constatables. Sino una visión de los mismos. En este libro, desde el principio sin querer ocultarlo, porque enseguida nos dice en varias ocasiones que lo que pasó no fue lo que se dice que pasó. No obstante, a pesar de que tienes la sensación de que vas a ser “manipulado”, el libro tiene la virtud del contraste con lo que se quiere desmentir, con lo cual, indirectamente, uno puede valorar lo dicho por la tendencia subyacente. Creo que esto ocurre cuando el autor escribe para los suyos, a los que no hay que convencer, sino dar argumentos para defender sus creencias.

He llegado a un libro como este porque un compañero de trabajo me lo dejó tras hablar sobre la literatura española de inicios del XX y el contexto social y político. Aunque mi lectura ha sido superficial, he de reconocer que me ha servido para situarme en un momento histórico muy especial en España y en el resto de estados europeos (del que no tenía ni idea, dicho sea de paso).

Digamos, a modo de resumen básico del momento, que había tres factores importantes sometiendo al rey Alfonso XIII y a su gobierno a unas tensiones muy fuertes. Por un lado, la neutralidad ante la Primera Guerra Mundial de España. Neutralidad que tanto los germanófilos como los aliadófilos querían deshacer.  Por otro, el empuje que los sindicatos y los nacionalistas catalanes hacían para cambiar la estructura del estado. Aunque los motivos eran diferentes y el modelo que proponían también, cada uno en su ámbito de influencia hicieron lo posible para conseguirlo. Por último, las Juntas Militares, que también querían una re-estructuración del Estado en cuanto a ellas les competía. Además, la Revolución Rusa sirvió como modelo para unos y para otros. Para los sindicatos como ejemplo a seguir y para el Rey y el gobierno como ejemplo a prevenir:

El triunfo leninista supuso un estímulo tan poderoso para perseverar en la estrategia revolucionaria que contagió a intelectuales republicanos y socialistas como Luis de Zulueta o Luis Araquistáin, que se habían socializado en movimientos que ligaban la modernidad a rupturas políticas que se definían como una «necesidad histórica». Admiradores de la Revolución francesa y de la rusa de marzo, sus lamentos aliadófilos no podían disimular su entusiasmo ante lo que intuían como el nacimiento de una sociedad superior a la suya, una suerte de «reino de la justicia» que concebían bajo moldes absolutamente igualitarios. Algunos sectores progresistas, fascinados, comenzaban a adherirse a un «acto de fe» en virtud del cual «violencia, terrorismo y dictadura de clase» permitirían disolver al individuo en el proletariado y hacer emerger así la «sociedad sin clases».

Todo el libro es una acumulación de las acciones que propiciaron todos estos elementos en pos de un cambio de la estructura estatal que en algún caso pasaba por la república o en otros por una monarquía, si así lo quería admitir Alfonso XIII, federal:

Unamuno pidió a Alfonso XIII que abanderara la ruptura con Alemania, se pusiera el «gorro frigio» y aceptara ser un «rey republicano» en un régimen de «opinión pública». El monarca no debía temer que España se convulsionara, porque el país ya estaba espiritualmente en «guerra civil», como el resto de Europa. Si no se decidía, Alfonso XIII debía saber que ya no era «indispensable» ni «insustituible».

Pero puede que lo que más le interese a Roberto Villa García es argumentar, o probar, que los hechos acaecidos en 1917-18 no estuvieron motivados por la situación de caciquismo y oligarquía que “habitualmente” se han considerado el motivo del fallido intento revolucionario sino por las varias fuerzas sociales, políticas y militares que anteriormente se han dicho.

 

Comentarios

Entradas populares