Sigmund Freud: Psicopatología de la vida cotidiana

 


Psicopatología de la vida cotidiana apareció por primera vez en una revista de carácter científico en 1901. Freud la publicó como libro en 1904. Es considerado como uno de sus libros más influyentes, aunque me imagino que a la mayoría de los mortales no le sonará de nada, eclipsado por esos grandes libros que escribió como La interpretación de los sueños, Tótem y tabú o El malestar en la cultura (que es el único libro suyo que había leído hasta ahora).

En las Obras completas publicadas en Biblioteca Nueva que tengo debe de tratarse de una edición tardía. Freud fue añadiendo ejemplos de casos suyos o de otros autores para dotar de consistencia a todas sus teorías.

El libro es reamente alucinante. Con una imaginación fascinante y una meticulosidad casi enfermiza, va analizando todos los errores, fallas, defectos de nuestro comportamiento habitual. Nunca en casos en los que se ha diagnosticado un problema de salud mental (salvo quizás para hacernos ver que en ocasiones se puede vislumbrar un futuro trastorno grave en detalles que aceptamos como peculiaridades de cada uno), es decir, en personas sanas. El olvido de nombres propios, de ciertas palabras, de partes de poemas o de citas; los recuerdos erróneos, recuerdos infantiles y encubridores; equivocaciones orales o escritas; olvido de impresiones y propósitos; torpezas, pérdidas, rotura de objetos; actos sintomáticos y fallidos; causalidad, determinismo y superstición, todo ello se analiza bajo el prisma del psicoanálisis. A ojos de Freud, tras cualquiera de estos fenómenos podemos descubrir un motivo inconsciente: algo que nos obsesiona, preocupa o que no queremos que se conozca.

H. Bloom en El canon occidental considera a Sigmund Freud como uno de los escritores canónicos. Para él, el inconsciente es una metáfora antigua. Y Freud tuvo éxito porque es un escritor en prosa de la talla de Shakespeare. El psicoanálisis desaparecerá, pero Freud sobrevivirá como escritor, nos dice.

La sensación que me ha dejado el libro ha sido doble. Por un lado, me ha parecido que Freud es un obseso de sí mismo. El análisis que hace de todo, a veces nos parece forzado, incluso cuando cita a otros autores que hablan de las teorías freudianas. Uno siente cierta incomodidad porque muchas veces suena a ocurrencia y no a resultado científico. Pero este mismo defecto es el que, seguramente como dice Bloom, te hace pensar que el gran mérito de Freud es escribir “novelas” de cada paciente. Desde ese punto de vista da la receta básica de la escritura moderna (aunque Bloom nos lo dice y Freud lo menciona también al citar clásicos de la Literatura, más que moderna, canónica o, sencillamente, buena literatura): crear personajes redondos, con luchas internas algo descontroladas que los enriquecen (verbigracia Hamlet), y les hacen tomar decisiones y actuar de forma original e interesante.

Independientemente del estado actual del psicoanálisis, leer este libro es muy enriquecedor y da claves para pensar sobre uno mismo y sobre los demás. Mantener esa actitud de mirada atenta sobre nuestros actos y los de las personas que nos rodean, sin llegar a obsesionarse, nos puede dotar de la serenidad y entereza necesaria para vivir mejor. Nada que se parezca a uno de esos libros de autoayuda que no funcionan.

 

 

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