Ramón María del Valle-Inclán: Sonatas

 


Hace poco me he comprado una edición de las cuatro Sonatas de Valle-Inclán pues tenía algunas, pero no todas. El hecho de que en las Obras selectas no se incluyan las cuatro nos indica que la crítica las considera desiguales.

Se publican en libro en 1902 (Sonata de otoño), 1903 (Sonata de verano), 1904 (Sonata de primavera) y 1905 (Sonata de invierno).  Son episodios de la vida del Marqués de Bradomín (Xavier) narrados por él mismo. Como en otra ocasión he dicho la publicación de la primera se considera, junto a La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno y Camino de perfección de Baroja, como una ruptura con el realismo, naturalismo o realismo espiritualista que se llevaba entonces. Las Sonatas, además, se decantan por la vía Modernista. En ellas gran parte del protagonismo es la prosa en sí misma. Pinceladas de la vida del Marqués, sin orden temporal, corresponden a momentos especiales que recuerda con nostalgia y lirismo. Todo está cargado de una emoción especial para un donjuán ya viejo, émulo de Casanova, que mira el pasado, diría uno que, relamiéndose ante las visiones que le produce.

Quizás la más recomendable, por su fuerza lírica, sea la Sonata de primavera. También la Sonata de otoño es muy bella y deja buen sabor de boca. La Sonata de estío llega a ser desagradable por lo pervertido y cruel que se muestra el Marqués. La última, La Sonata de invierno, es la que nos describe con más detalle histórico al personaje. Carlista reconocido, libertino, relacionado con personajes religiosos y aristócratas del mundo conservador del momento, pierde un brazo en un rifirrafe con las tropas Alfonsinas, al ser herido por una bala que le destroza los huesos y le produce gangrena. Este detalle es sin duda el que más une al personaje con su creador. Sin embargo, todo indica que Valle-Inclán nada tenía que ver con el conservadurismo. La descripción romántica del carlismo es muy interesante. Ensalza los valores del honor, religión, monarquía al tiempo que las relaciones incestuosas, las traiciones, el juego se defiende como algo propio a los hombres y mujeres. Como algo atávico que entre iguales se puede perdonar, pues al mismo tiempo defienden sus ideales con valor y gallardía.

 

Comentarios

Entradas populares