Paula Bonet: La anguila

A pesar de considerarme un lector “heterodoxo”, soy afortunado por tener familiares y amigos cuyos gustos se alejan de los míos lo suficiente para que algunas de sus recomendaciones sean realmente interesantes. Así, el mundo literario que habitualmente transito se ve ampliado y accedo a obras que vale la pena leer.
Paula Bonet es una artista y escritora de Vila-real. La anguila es su primera novela, antes había escrito libros ilustrados.
Hay un par de entrevistas interesantes sobre este libro, una en La vanguardia y otra en El periódico. De esta última es este extracto:
Hablo de cosas muy dolorosas, de pérdidas, de la muerte de seres queridos, del cuerpo de las mujeres como campo de batalla del patriarcado. Quería que el mensaje de la novela llegase con toda la contundencia posible y que en ella estuviera presente la literatura desde todos los ángulos, porque la escritura es el arte donde he hallado refugio y alivio.
De la primera este:
Quería que no hubiera rabia –aclara–, que no fuera un ajuste de cuentas ni un grito de enfado, no he escrito para hundir a nadie. Lo importante era la literatura y se tenía que hacer con mucha calma. Esto no son unas memorias, en el libro hay muchas cosas, como la historia de amor de mis abuelos, los temas del aborto, el cuerpo o América Latina. Sobre los abusos, lo que me pareció importante es mostrar que están normalizados, que estas situaciones tan horribles son cotidianas, muchas mujeres las están viviendo ahora mismo. Nos matan a diario, lo decimos y el sistema nos grita que somos unas histéricas.
Paula Bonet ha escrito una novela literaria (no es una tonta redundancia, quiero decir que es una novela en el que el estilo, la estructura, la trama, la poesía son muy importantes) en la que todo indica que lo que le sucede a la narradora es lo que le ha sucedido a la escritora. Yo no sé si las sensaciones que he sentido son porque soy hombre o porque eran las que Paula quería realmente transmitir a cualquier lector, pero expone con tanta naturalidad los hechos que narra que no parece que exista la intención de denunciar con contundencia las insanas relaciones que existen entre hombres y mujeres. Uno tiene la sensación de escuchar las confesiones de una mujer que recuerda con melancolía la historia de sus abuelos, que describe con amargura los embarazos y los abortos y las experiencias más o menos desafortunadas con tres hombres el sin nombre, el hombrecillo y el poeta premio nacional. El primero es un maltratador. El segundo un profesor de facultad con el que establece una relación intensa en la que el sexo es muy importante como las relaciones sociales e intelectuales. El último, amigo del anterior, un hombre que la desea y que es capaz de violarla en una fiesta en la que la protagonista está demasiado borracha para evitar ser penetrada.
Tomé conciencia de aquello el día que la actriz y directora italiana Asia Argento contó en un duro discurso en Cannes que, en 1997, a sus veintiún años, había sido violada. Una se siente imbécil cuando tarda en entender algo tan grave diez años más tarde de que haya sucedido.
Es al día siguiente de acabar el libro cuando a uno le entra un cosquilleo desagradable. Ves, parece decirte la autora convertida en tu conciencia, como el problema es mucho más grave de lo que te pensabas. Creías que la cosa no iba contigo, tú que respetas a las mujeres, eres capaz de presenciar o conoces relaciones perversas en las que la mujer es ninguneada, el hombre se muestra amo y señor o aceptas que el deseo sexual del hombre sea suficiente motivo para que la mujer tenga que someterse y tenga que callar porque en el fondo todo indica que tampoco le desagradaba lo suficiente. Y lo peor de todo no es que tú (hombre) lo veas como algo normal. Lo peor es que la gran mayoría de las mujeres lo aceptan con naturalidad.
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