Guadalupe Nettel: Después del invierno

 


Si fuera el alcalde de un pueblo erigiría una estatua al buen amigo lector. En este caso una buena amiga que es capaz de recomendarme una lectura diciendo esta novela te gustará y acertar de pleno.  Porque cuando detrás de la recomendación está alguien que te conoce es muy probable que de verdad vayas a disfrutar de una muy recomendable lectura. No en balde se esfuerzan los especialistas en márquetin para desarrollar algoritmos de inteligencia artificial capaces de recomendarte (con un porcentaje de acierto que deja abierta la puerta al error) lo que te “va a gustar”. Pero, la verdad, nada como una buena amistad.

Guadalupe Nettel es una escritora mexicana. Con Después del invierno ganó el Premio Herralde en 2014. Esta cautivadora novela me ha devuelto la expectativa en el premio literario. Me la he leído casi de un tirón este fin de semana pasado.

He estado en París un par de veces. La primera vez fue después de casarme, en febrero de 2001. En Francia todavía tenían el franco como moneda. Fueron unos días grises. A pesar de eso mi mujer y yo recorrimos lo más representativo de la ciudad con los ojos abiertos de par en par por el asombro de su belleza. No obstante, nos sentimos ajenos a aquella ciudad que sufría en silencio el rigor del invierno. Cuando hace unos años volvimos, en esa ocasión con dos hijos y unos cuantos años más, como pareja y como personas, también era invierno; diciembre navideño. Las sensaciones fueron totalmente diferentes. Sin dejar de mostrarnos la grandiosidad y belleza de la ciudad, nos pareció que la capital nos acogía hospitalaria, iluminada a ratos por el sol, con cierta proximidad de sus gentes…

En Nueva York no he estado nunca.

Claudio y Cecilia son los protagonistas de esta novela. Él es cubano y vive en Nueva York. Ella es mexicana y está en París. Él trabaja en una editorial y ella es estudiante. De esta manera Guadalupe Nettel construye Después del invierno, describiendo en paralelo la vida de ambos. A veces, como en esta ocasión, la escritora es capaz de captar nuestra atención sencillamente creando dos caracteres muy originales, absolutamente creíbles, con tales alteraciones de la normalidad que nos enganchan haciendo que queramos saber más. No sólo están ellos dos, distanciados por miles de kilómetros, también está Ruth y Tom. Ella muy cerca de él. Él muy cerca de ella. Dos parejas complementarias, pedazos de un fragmentado jarrón que encajan. El Destino, ese enamorado de la Fortuna que la persigue infructuosamente, les deparará a Cecilia y Claudio un encuentro inesperado. Como dos masas que se encuentran en el espacio empezarán un baile gravitatorio. La dinámica del sistema, formado realmente por cuatro cuerpos, más bien cinco (pues hay una amiga común que es el vínculo inicial de unión), es de difícil predicción. Quizás sea el desenlace que Guadalupe nos presenta el punto más débil de la novela pues, abandonando la atmósfera literaria e intemporal que nos encontramos en casi toda ella, nos porta a una ruda realidad que difícilmente nos puede agradar.

Muy recomendable.  

 

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