G. Faye: Pequeño país



Pequeño país es un libro impresionante en su segunda acepción del dle

De fácil lectura, crea en algún momento la sensación de que está mal escrito, pues parece que va a empezar a contarnos una historia nueva en los inicios de algunos capítulos (y no, solo parece). Pero consigue transportarnos al horror que presenciamos, sin apenas inmutarnos desde nuestras casas, en Ruanda hace unas décadas. Y lo hace magistralmente, dándonos una lección de cómo ocurren los grandes hechos históricos: infiltrándose poco a poco en las gentes, en los políticos, en los estados.

—¿La guerra entre los tutsis y los hutus es porque no tienen el mismo territorio?
—No, no es eso, están en el mismo país.
—Entonces... ¿no hablan la misma lengua?
—No, la lengua que hablan es la misma.
—Entonces, ¿es porque no tienen el mismo dios?
—Sí, sí tienen el mismo dios.
—Entonces... ¿por qué están en guerra?
—Porque no tienen la misma nariz.

Este corto diálogo lo encontramos en el prólogo del libro. Quizás nos parezca irrespetuoso, pero es un intento de explicar a un niño el irracional origen del odio entre los seres humanos. 

Gabriel es el hijo de un hombre francés y una mujer tutsi. El color de su piel no es ni el de su padre ni el de su madre. Vive bien. En un barrio con pocos problemas en la ciudad de Buyumbura, en Burundi, junto al lago Tanganica. Parte de la familia de su madre vive en Ruanda. La separación de sus padres es el primer golpe que la familia ha de resistir. Pero Gabriel está más preocupado por los percances que tiene con los amigos y las bandas del barrio. Su padre no quiere que se meta en las conversaciones políticas, aunque como empresario intenta estar atento a todos los acontecimientos que ocurren en el pequeño país en el que viven.  Pero el niño escucha:

Se han repartido machetes por todas las provincias, hay muchas armas ocultas en Kigali, las milicias se están entrenando con apoyo del ejército regular. Han distribuido listas con los nombres de las personas que hay que asesinar en cada barrio, incluso en Naciones Unidas han recibido informaciones que confirman que tienen capacidad para matar mil tutsis cada veinte minutos...

Así, poco a poco, ese mundo que habitan con cierta normalidad, se va resquebrajando. Los acontecimientos en Ruanda se observan con cierta lejanía, pero el odio es como un gas que se expande lento por todos los lugares. Las bandas de los barrios se hacen violentas, las relaciones entre las personas se hacen difíciles. Gabriel intenta alejarse del odio que todo lo impregna. Su madre enloquece con los acontecimientos. Emotivamente, el joven chaval, encuentra en la lectura una vía de escape, una posible solución a cualquier problema:

En mi cama, sumido en esas historias, buscaba otras realidades más soportables, y los libros, mis amigos, pintaban mis días de luz.

Pero eso no sirve de nada en el horror de una auténtica guerra. 

Yo veía la imagen apacible de papá y Ana tirados en la cama delante del televisor. La imagen de su inocencia, de todos los inocentes de aquel mundo que se resistían a caminar hasta el borde del abismo. Y sentí piedad por ellos, por mí, por la pureza engullida por un miedo devorador que todo lo transforma en maldad, en odio, en muerte. En lava. Todo estaba borroso a mi alrededor, el vocerío se amplificaba. El hombre del taxi era un caballo casi muerto. Si no existe un refugio en la tierra, ¿lo hay en alguna otra parte?

Gaël Faye es un rapero francés. Con Pequeño país gano el Premio Goncourt des lycéens.

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