Y. Herrera: La transmigración de los cuerpos



Al poco de empezar el libro de Yuri Herrera nos encontramos con este párrafo:

Las noticias de la noche anterior ya no eran un amago. Por todas partes rebotó la historia de que en un restorán dos hombres que no se conocían entre sí habían empezado a escupir sangre y casi simultáneamente se habían derrumbado sobre sus mesas. Entonces fue que salió el gobierno a declarar Creemos que la epidemia —y fue la primera vez que usaron la palabra— puede ser un poco más agresiva de lo que habíamos pensado y creemos que sólo a través de un mosquito —un mosquito egipcio, subrayaron— se contagia, pero hay un par de casos en los que al parecer fue por otra vía, así que mientras descartamos lo que haya que descartar mejor paramos todo, pero, vamos, tampoco es para preocuparse, tenemos a la gente más astuta persiguiendo a lo que sea que es, y también tenemos hospitales, pero, por si las dudas, pues, mejor quédese en casita y mejor no bese a nadie y no toque a nadie y cúbrase la nariz y la boca y reporte cualquier síntoma, pero sobre todo no se preocupe.

Con la prosa tan especial y el ambiente onírico y perturbador con el que Herrera consigue atraparnos desde la primera frase, en estos momentos que el “coronavirus” parece preocuparnos a todas las personas, este párrafo supone un punto de contacto con nuestra realidad que enfatiza la historia de forma inesperada.   

La transmigración de los cuerpos es del año 2013, así que la coincidencia no deja de ser, ni más ni menos, que una mera coincidencia. No obstante, ese escenario “epidémico” ya forma parte de nuestro imaginario. Por un lado, en el pasado ocurrió. Por otro, en más de una ocasión se nos ha alertado sobre su posibilidad futura. Y, desgraciadamente, aunque se puede pecar de alarmismo innecesario, en nuestro presente uno diría que lo estamos “viviendo”.

Sea como fuere, el inicio no es más que una situación literaria que Yuri Herrera escoge para su historia. Porque enseguida Yuri nos hace deambular en manos de un extraño personaje, el Alfaqueque, por ese extraño mundo que ha creado con un lenguaje muy original que parece una jerga bajo barriera, o una variación del castellano, que conseguimos entender porque nuestra capacidad de lenguaje es, sencillamente, asombrosa.

El Alfaqueque aprovecha la coyuntura (eso de quédense en casita), para tirarse (o mejor dicho, intentar tirarse) a su vecina, la Tres Veces Rubia. Así que empezamos a pensar que el libro es algo así como una novela de porno suave escrita con cierta originalidad y punto. Pero no. Esto no es más que otra contextualización de circunstancias.

De repente llaman a El Alfaqueque para un trabajo y le dice a la mujer:

yo me gano la vida gracias a que hay lugares de donde la gente no puede salir.

Así que tiene que irse a trabajar

El término alfaqueque significa:

Hombre que, en virtud de nombramiento de autoridad competente, desempeñaba el oficio de redimir cautivos o libertar esclavos y prisioneros de guerra.

Descubrimos entonces la verdadera historia que Yuri Herrera nos quiere contar: “Un encargo llevará a El Alfaqueque hasta personas y lugares insospechados para los lectores, más allá de tugurios y tabernas…

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