K. Uribe: Bilbao-New York-Bilbao



Kirmen Uribe ganó el Premio Nacional de Narrativa en 2009 con esta obra. Es difícil de catalogarla porque es una autoficción que habla de muchas cosas, incluyendo el proceso de escritura del libro en sí mismo.  De hecho, parece que en vez de escribir la novela que le gustaría escribir, nos describe el plan de trabajo, el proceso

Así, el autor va recopilando datos del pintor Aurelio Arteta como referencia del pasado que a su vez es referencia de un País Vasco emergente, que empieza a preocuparse por su lengua y su nacionalidad. Al situarse en aquel momento,  momento histórico amable, colaborador, en el que la gente (el país), estaba esperanzada en llegar a ser algo importante, culta, rica, próspera, nos transporta a los años anteriores a la Guerra Civil de una manera interesante, pues nos hace vivir aquello sin preocupaciones, desconocedores de lo que en breve iba a pasar. 

Narrando y reflexionando sobre la vida de Arteta y del arquitecto Ricardo Bastida,  somos al mismo tiempo testigos del proceso de búsqueda de información: la visita de parientes, la documentación mediante la lectura de la correspondencia entre los personajes, los medios de comunicación de la época, entrevistas con amigos, con gente de los pueblos, incluso mediante búsquedas en internet; todo ello se convierte también en protagonista del libro y se convierte en puntos de contacto del mundo pasado con el actual y con la familia del escritor. 

Ese mundo lejano se descompuso con la Guerra Civil. Uribe nos muestra los efectos sobre sus protagonistas. Sin hacer mención directa a los acontecimientos bélicos, nos cuenta cómo las familias se deshacen, la gente tiene que emigrar, las esperanzas se quiebran y hay que volver a empezar, siendo entonces el punto de partida una situación dura, muy diferente a la que vivían al empezar el libro.  Pero punto de partida al fin y al cabo en el que todo el mundo continuó en movimiento. 

Además, Uribe nos va mostrando retazos del día a día de su trabajo como conferenciante y participante en coloquios y cursos por todo el mundo; no en balde estamos viajando en avión desde Bilbao a New York. 

No es de extrañar pues que, cuando me preguntaron de qué iba este libro, no supiera qué contestar, porque, sencillamente, no hay una trama principal e incluso podríamos decir que por no haber ni hay tramas secundarias. Según he podido leer (Paulo Kortazar) estas característica son típicas de la literatura postmodernista.  

Independientemente de todo esto (y de todo lo que me dejo por decir sobre el mundo del mar, el idioma, etc), no puedo acabar esta reseña sin comentar que el mayor efecto que ha tenido sobre mí esta lectura ha sido relajarme. Desconozco el porqué, pero Uribe, con su prosa y su forma de contar, ha logrado en los momentos de su lectura que me aislara, me zambullera en un universo sin prisas, sin ansiedades, yo diría que bello y estático, purificador. 

Impresionante.

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