D. Foenkinos: Charlotte
Tras la exquisita prosa de
Lampedusa, la lacónica y basta de Foenkinos ha sido toda una experiencia. Las
frases cortas, alejadas
conscientemente de cualquier belleza artística, sirven de perfecto soporte para
esta conmovedora historia de Charlotte Salomon, una joven pintora judía que
murió a los 26 años por la barbarie nazi.
Tras la especial lectura de A sangre fría, la novela de no ficción
de Capote, esta novela ensayista de
Foenkinos también ha sido una lectura interesante.
Lo cierto es que me he devorado
en un par de días este libro. No he podido dejar de leer la desgraciada vida de
una mujer acuciada por la desdicha de pertenecer a una familia de suicidas a la
que le sorprende uno de los momentos históricos más terribles. La locura
genética superada por la locura de la masa, del ser humano.
Y al mismo tiempo, el ser humano
superando la locura gracias al poder del arte y del amor.
Más adelante, dibujará su rostro hasta el
infinito. Cientos de apuntes de su amor. También recordará todas sus palabras. El
presente empieza a adoptar la forma del siempre.
Foenkinos quiso revindicar la
memoria de esta joven pintora visitando e investigando los lugares y las
personas que la conocieron directamente, o conocieron a personas que la
conocieron. Nos ha dejado un libro emocionante, en el que mezcla la historia
novelada con el proceso creador en el que él mismo aparece recorriendo los
lugares y mostrando la necesidad vital que le llevaba a escribir esta historia.
He intentado escribir este libro muchísimas
veces. Pero ¿cómo? ¿Debía incluirme en él? ¿Debía novelar su historia? ¿Qué forma debía
adoptar mi obsesión? Empezaba, probaba, luego renunciaba. No conseguía escribir
dos frases seguidas. Me quedaba varado en todos los puntos. Imposible
progresar. Era una sensación física, una opresión. Sentía la necesidad de poner
punto y aparte para respirar. Entonces caí en la cuenta de que había que
escribirlo así.
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