R. Montero: El corazón del tártaro.



He de decir que nada más empecé este libro sentí que no me iba a gustar nada. Y todo por este párrafo que aquí copio:

“…Zarza dejó resbalar la mirada por el cuarto. En la penumbra de la mañana invernal reconoció el feo marco de aluminio marrón de la ventana, los visillos lacios y grisáceos, el armario empotrado, una silla indefinida, la mesita de cabecera con su lámpara, unas estanterías simplísimas.”

Zarza, la pobre protagonista, se acaba de despertar. No tiene muchas ganas de levantarse, de hecho, parece como si hacerlo supusiera aceptar la carga de todos los males del mundo sobre sus espaldas; escucha a unos vecinos haciendo el amor, cosa que la exaspera especialmente, y se prepara, haciendo acopio de resignación, para uno o varios días de infortunio.

Quizás los libros sean como algunas personas que, tras un primer encuentro desafortunado, no encajan en nuestro mundo, bien sea porque no les damos otra oportunidad, bien porque, sencillamente, no pueden hacerlo.

Leer este libro hasta el final, ha sido como darle la oportunidad, claro. Y ciertamente, si bien ese primer contacto me hizo sentir un desagrado notable, creo que no está tan mal como para dejarlo a medias. No obstante creo que es prescindible. 

Como parece una pedante exageración lo del párrafo anterior como causa de calificar el libro como prescindible, voy a explicar por qué el párrafo me parece mal y añadiré los otros motivos que tengo que me hacen reafirmarme. 

Ese párrafo me hace pensar que ese personaje no es real. Que la autora se esfuerza en hacer una descripción de la habitación a través de los ojos de la protagonista que, cansada, molesta, evita levantarse de la cama observando su habitación para, no solo describirla, sino también hacer(se) un autorretrato sicológico. La habitación de Zarza es algo impersonal porque tiene un pasado que olvidar. Un pasado que está a punto de llamar a su puerta para pedirle cuentas. 

Esto último es lo interesante del libro. Descubrir ese pasado y ver cómo le quiere hacer pagar esas cuentas siniestras que Zarza le debe. Para contárnoslo la autora cruza diversos tiempos de su vida, así como una historia atribuida a Chétrien de Troyes que descubrió un estudioso del autor francés (esto merece un paréntesis: se cuenta en el libro que ese estudioso, un tal Harris, descubrió la obra perdida. Cito: cuando Harris la desempolvó, ocho siglos más tarde, la mayoría de los historiadores consagrados, como Jean Markale o Georges Duby, la consideraron un fraude. Me gustaría que el atento lector visitara las páginas de Wikipedia de esos dos consagrados historiadores. En otras ocasiones, bromas como ésta me han hecho gracia, pero esta vez no, lo siento), y que Zarza conoce porque en su trabajo actual en una editorial están pensando editar. Así vamos descubriendo a su hermano mellizo, que ella se empeña estúpidamente en llamarlo gemelo durante todo el libro; a su otro hermano que sufre una enfermedad mental; a su padre, que es un tiparraco para pelar que un día los abandonó; a una madre enfermiza y pronto murió; a su hermana, que intenta tener una vida normal lejos del resto de su familia; a los maleantes con los que Zarza convivió en su pasado de drogadicción, etc, etc. 

Dicho así todo suena bien. Pero ya sabemos que para elaborar un plato no solo se han de juntar los ingredientes. El secreto de una buena elaboración es ir cocinándolos a su tiempo, no dejar nada a medias, no pasarse en la cocción de unos ni dejar otros por hacer, no añadir nada que no corresponda y si queremos introducir una originalidad, que no desentone… 

La forma de mezclar los tiempos, la inclusión de historias ajenas, la inverosimilitud de algunos personajes, la extraña vida de unos hermanos que pasan de tener estudios universitarios a delinquir para conseguir droga (incluso la forma de tratar la adicción, creo que de originalidad fallida), no me ha gustado nada; me ha hecho perder en muchas ocasiones el interés, dejar de creer en los personajes y no saber incluso para qué se me estaba contando aquello que estaba leyendo en ese momento. [Nota maximal: Especialmente lamentable me ha parecido cuando nos cuenta la descabellada historia de El caballero de la Rosa.]. Además, (uff, esto debe ser por alguna patología mía), Zarza me ha resultados un personaje insoportable… 

En fin, un libro que si lo tienes a mano puedes leer para ver si se me ha ido la olla en esta reseña, o comprobar que sencillamente es prescindible (y un poco malo).


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