J. Fernández Díaz: Mamá.




Llevo varios días pensando, bueno, quizás 40 años, en qué rasgos o qué circunstancias hacen que un libro sea un buen libro.  En esta ocasión vuelvo a reflexionar sobre el asunto tras haber leído Mamá, una historia íntima de Jorge Fernández Díaz. Este es un libro de 2002, que tuvo notable éxito y fue galardonado, parece ser según cuentan en el enlace anterior, con la Medalla  de la Hispanidad (creo que se refiere al autor, no al libro). Y me he leído, ahora, este libro, por la columna que apareció el pasado 1 de febrero, de Juan José Millás, en El país.

Ciertamente uno casi no puede dejar de lanzarse a su lectura tras leer las palabras y comparaciones que Millás hace en su artículo de opinión.   También es cierto que tanta euforia por un libro que no es actual, y alguna noticia que relaciona a ambos escritores como elementos del jurado de un importante premio literario, te hace sospechar un poco. En fin, ya sabemos que estamos en un mundo mercantilista cuyo funcionamiento explica, y supone, el uso de todo tipo de argucias para vender. No obstante, todo lo sucedido, y la lectura del libro, me hace, como digo al principio, volver a pensar en cómo valorar un libro con cierta objetividad. 

Mamá, en estos momentos, en España, es un libro algo especial. Nos habla de los tiempos no muy remotos en los que los españoles emigrábamos. En este caso a Argentina. Nos cuenta las penurias del momento en el país de origen y las penurias que supone llegar a un país nuevo; lo que acarrea adaptarse: trabajar, casarse, tener hijos, el contacto con la familia lejana, el posible retorno… Un tema interesante, ahora en España, y me imagino que en Argentina en 2002.

INTERÉS. Propongo esta característica como la primera que nos hace valorar un libro como bueno.
Creo que estaremos de acuerdo en reconocer que el tema principal, así como los diferentes subtemas que aparecen en el libro, nos tienen que interesar para que el libro sea bien valorado. Pero no basta con que el tema sea interesante. Nos puede interesar la Mecánica Celeste y por eso somos capaces de leernos un libro de Lagrange, a pesar de que sea muy técnico el lenguaje que utilice y recurra a las matemáticas en todo momento. 

En una novela (también en otros escritos), el escritor ha de mostrarse hábil para mantenernos interesados. El estilo, el lenguaje que utiliza, la estructura de libro, las idas y venidas, las frases cortas o largas, las descripciones, los verbos, los adjetivos, todo eso debe estar bien combinado para que la cosa funcione. Y el milagro es que sin que uno sea especialista, sin que uno tenga que anotar y analizar la estructura sintáctica de lo que lee, uno va sintiendo que la cosa funciona o que no lo hace.

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En Mamá, a pesar de mis dudas, he tenido dos momentos en que me ha invadido la sensación de que estaba leyendo algo bueno. El primero ha sido cuando de repente he pensado que todo era verdad. (yo no conocía la historia del libro y por tanto lo estaba leyendo como una obra absolutamente de ficción). VEROSIMILITUD. Te crees lo que estás leyendo. El juego de la verosimilitud es complejo. Hay ocasiones en las que estás leyendo hechos que sabes que son reales, pero la forma en la que está escrito lo que lees es tan mala que parece una mala novela. Sin embargo, hay maravillosas ficciones que, como dice Millás en su columna, te hacen salir volando y zambullirte en un mundo que te envuelve y en el que sus personajes empiezan a vivir en ti mismo. 

Y el segundo momento ha sido, éste en varias ocasiones, cuando la emoción me ha sacudido. EMOCIONANTE. Es posible que esto sea lo más sencillo de obtener para un autor. Supongo que hacer llorar, o reír, en algún momento, está al alcance de cualquiera. No obstante, a lo que me refiero con emocionar, significa realmente al siguiente escalón que hay tras la verosimilitud: cuando sientes lo que el personaje siente en ese momento. Y eso es lo que me he dado cuenta que me estaba pasando en varias ocasiones. Especialmente cuando el padre reconoce que lee con interés lo que el hijo escribe:

 ¿Qué pusiste en el capítulo de hoy? Acá hay un gran revuelo. Me insisten con que te pregunte qué va a pasar mañana.

Todo esto me hace valorar Mamá como un buen libro que merece la pena leer. Aunque también es cierto que no tengo la sensación de haberme leído una obra maestra del tipo Cien años de soledad, como apunta Millás en su columna. Sin lugar a duda queda alguna cosa por decir sobre lo que hace a un libro un buen libro, y muchísimas sobre lo que le convierte en una obra maestra.

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Me doy cuenta ahora que además del Interés, la Verosimilitud y la Emoción, un libro es bueno porque a la hora de hablar de él tienes cosas que decir.

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