H. Kang: La vegetariana



Hace unos días ya que terminé La vegetariana. Si hubiera escrito entonces la reseña habría estado llena de elogios superlativos. Porque la novela es muy interesante. No solo eso, sino es de las pocas novelas que me ha hecho estremecer hasta llegar casi a las lágrimas. Como no se trata de una novela romántica o especialmente dramática, tiene su mérito. Aunque, ¿cómo uno va a llegar a las lágrimas leyendo una novela si no es dramática?

Por la propia pena; esa pena interior que a veces nos sacude el alma.

Han Kang es una escritora surcoreana nacida en 1970. En 2016 ganó el premio Man Booker International con esta novela.  En algún sitio leí una reseña, o un comentario en un diario, hablando muy bien del libro, de la editorial que lo publica y de la escritora. Así que, aunque eso de las reseñas siempre hay que tomárselo con cautela, lo puse en la estantería de los libros que hay que leer. Y, en esta ocasión, no tengo que recriminar nada en absoluto al recensor o recensora.

Esta es una novela especial por varios motivos. En primer lugar porque nos propone un hecho muy extraño, fácilmente clasificable como locura, que consiste en la decisión por parte de la protagonista, Yeong-hye, de ser vegetariana. ¿Por qué te has hecho vegetariana?

—Es por los sueños.
—¿Los sueños?
—Sí, porque tengo pesadillas… Por eso no como carne.
—¿Qué sueñas?
—Caras.
—¿Caras?

¿Cúal es el motivo y por qué lo lleva al extremo que lo lleva la protagonista?

La respuesta, y por esto también es interesante la novela, no la vamos a obtener en el libro explícitamente, porque Kang nos cuenta cómo lo viven y qué piensan del asunto los que la rodean. Primero su marido, después su cuñado y finalmente su hermana.

Así la novela es también interesante por el contraste que supone ver a la protagonista desde tres puntos de vista muy diferentes. Tres puntos de vista diferentes que en ocasiones la juzgan, en otras la desean y por último la tratan de explicar pero que no llegan plenamente hasta  ella ni hasta sus motivos últimos.

Puede que Yeong-hye, la vegetariana, sencillamente esté loca y, sin embargo,  al igual que ocurre en Bartleby el escribiente de Melville, la novela no nos hace darnos esa sencilla respuesta, sino que nos plantea un enigma que nos atrapa intelectualmente.  Así buscamos su solución mediante diferentes interpretaciones de sus personajes, como por ejemplo: el marido, conservador que no admite la diferencia; el cuñado, artista que solo piensa en sí mismo; la hermana, la más cercana, que busca en el pasado compartido la respuesta, que le hace sentir culpable, pero que realmente se siente incapaz de saber qué le ocurre a su hermana, ni qué hacer para evitar el irreparable final.

Muy recomendable.



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