L. Tolstoy: Unos relatos


Uno de los volúmenes de las obras completas de Tolstoi está dedicado a sus cuentos. Hay muchos. De hecho ya he reseñado alguno de ellos. En esta ocasión me he leído los cuatro primeros: La incursión, La tala del bosque, El degradado y Memorias de un marcador. El orden en el que aparecen es el orden cronológico. Antes de nada decir que Tolstoi es un gran narrador. Sus historias se leen con facilidad gracias a su estilo fluido y sencillo.

Las tres primeras ocurren durante lo que hoy llamamos Guerra del Caúcaso, en la que, según nos cuentan en la introducción, el propio Tolstoi participó. También se nos dice que todas ellas sufrieron la censura, algo normal en tiempos de guerra como aquellos; lo cual se explica porque no son relatos que ensalcen a los rusos, más bien nos hablan de una guerra desigual en la que las tropas rusas tienen una ventaja muy grande frente a las tropas musulmanas de Chechenia y otras regiones. 

Los protagonistas son hombres que se enfrentan a la guerra con cierta despreocupación, como cabe esperar ante su superioridad y ante la imagen de valientes soldados que se espera de ellos. No obstante se han de enfrentar a la muerte, cosa que hacen sin titubear, salvo en el caso de El degradado, en el que el protagonista es un joven adinerado venido a menos que ha ido a la guerra en busca de cambiar su suerte, aunque en todo momento se muestra como un ser despreciable. 

Él último no está localizado en la guerra. El marcador es un hombre que trabaja en un billar y se dedica a contar los puntos y servir a los jugadores. En el lugar en el que trabaja aparecerá un día un hombre rico que no sabe jugar y que caerá en manos de los asiduos del lugar que se dedicarán a acabar con su fortuna. 

Este último es el más triste de los cuatro relatos, porque, magistralmente, Tolstoi nos presenta a un ser que se va degradando voluntariamente. Aunque a esa degradación es acompañado por hombres sin escrúpulos que se aprovechan de su falta de voluntad, llegando incluso a hacerle responsable únicamente a él mismo del desastre que vive.

Interesante Tolstoi.

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