M. Garcés: Nueva ilustración radical
Este libro es un regalo que me
han hecho. Dice Nietzsche: siempre
adivinamos degeneración allí donde falta el alma que hace regalos. Un
regalo es algo que se da sin esperar nada a cambio. Una de las estadísticas más
descorazonadoras es la que dan los medios de comunicación después de las
fiestas de Reyes o de Navidad: el porcentaje de regalos que se devuelve es
espectacular. En esas fechas se suele regalar por compromiso, cosa que explica
seguramente que los regalos no agraden. Porque si regalar ya es un acto
admirable, regalar y acertar es una virtud. Una virtud de quien regala y una
suerte de a quien va dirigido el regalo por contar con una amistad, un amor, un
familiar o simplemente alguien que le conoce bien.
Marina Garcés es una joven
filósofa y ensayista española, profesora titular de Filosofía en la Universidad
de Zaragoza. Dice Althusser: la filosofía
no se ilustra, no se aplica. La filosofía se ejerce. Y este libro de Marina
es la obra de una filósofa ejerciendo. ¿Y cómo ejerce su profesión? Observando
el mundo que vivimos, su pasado (relativamente próximo) y la concepción de
futuro que tenemos vigente. Marina observa nuestro mundo de una manera crítica
y al mismo tiempo didáctica porque quiere abrirnos los ojos compartiendo con
nosotros lo que ella, y otros pensadores actuales y más antiguos, ven o han
visto.
¿Y cuál es el panorama actual?
Según la autora vivimos en la condición
póstuma. A grandes rasgos esta condición está caracterizada por la
insostenibilidad. Si en la opción posmodernista, que es la visión predominante
de hace unas décadas (recuerdo que hace unos años un amigo, profesor de
Filosofía jubilado, que me pedía que le sacara textos de internet porque
todavía no se había acostumbrado a hacerlo él mismo, me decía: ¿posmodernisme?, no ho entenc, mira que
llig coses però no entenc res),
se vivía en un presente eterno, absorbente, que prescindía del
pasado y del futuro por igual, ahora vivimos un tiempo en el que todo se acaba,
se acabará el petróleo, desaparecerá la selva amazónica, el sol se expandirá y
acabará engullendo todo el sistema solar, el Universo se irá enfriando hasta
llegar a la muerte térmica total y absoluta ... ¿Qué nos queda? Aceptar el
sistema imperfecto en el que vivimos porque no hay posibilidad de
mejorarlo. Realmente lo que quiere decir es que ya no es tiempo de utopías.
Sabemos que la democracia es imperfecta, que la estructura de estados es
mejorable, que el capitalismo tiene defectos, pero no hay nada mejor. Y esto no
es porque la Ilustración ha fracasado per
se, es porque mas bien estamos viviendo una anti-ilustración, no se nos educa para emanciparnos, para adquirir la mayoría
de edad que Kant promulgaba.
Al mismo tiempo, y
paradójicamente, estamos inmersos en ciclos de mejora continua. Mejora
continua de nuestra actividad individual como empleados del Sistema. Lo
que implica que tengamos unos conocimientos técnicos como nunca antes se han
tenido; cosa que nos convierte en unos analfabetos ilustrados; cosa que
se imbrica en los centros de enseñanza diseñando estrategias de aprendizaje y
currículos para conseguir que lleguemos a ser unos buenos analfabetos
ilustrados y estemos preparados para afrontar los retos de nuestro día a
día (para eso sí que existe el futuro, para eso sí que se nos dirige). Sabemos todo lo que se puede saber de nuestro
campo y desconocemos todo de cualquier otro campo. Se está logrando hacer de la inteligencia una fuerza
productiva.
Esa orientación de servicio del
individuo como eslabón del sistema es la que ha hecho que las humanidades pierdan espacio. ¿Y qué son
las humanidades? La autora propone una ambiciosa definición de “humanidades”: todo aquello que nos
permite apropiarnos de lo vivible. ¿Y
cómo se consigue que sean esas humanidades
las que nos orienten en la vida? Pues como ejemplo estas dos frases:
Declararnos insumisos de la ideología póstuma es la principal tarea del
pensamiento crítico hoy.
Pensando podemos
hacernos mejores y solo merece ser pensado aquello que contribuye a ello.
En definitiva, ser personas
críticas y libres, capaces de disfrutar de la vida y, por lo menos, no
perjudicar al resto del mundo. Dice al final del libro: Hemos perdido el futuro pero no podemos seguir perdiendo el tiempo.
Interesante lectura. Para
pensar.
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