A. Palomas: Una madre




Una de las cosas que tienen los premios literarios es el dar a conocer a los escritores. Hace muy poco Alejandro Palomas  (Barcelona, 1967), fue galardonado con el Premio Nadal 2018. Yo no había oída nada de este escritor, y la curiosidad, esa gran fuerza (tan necesaria), me ha llevado a leer Una madre, una novela suya de 2014.

Creo que lo mejor de esta novela es el humor. Si no fuera así sería insoportable, pues el tema general es la psicología de una familia de seres peculiares (por eso hay tema, claro), que se centran tanto en su ombligo, que se preocupan tanto por sí mismos, que se toman tan en serio, que no hacen más que sufrir.

No soy el único que se atreve a separar los seres humanos en dos tipos de personas:  unas más materialistas, más científicas y otras más espirituales, más artísticas. Todos tenemos algo de ambos tipos pero, en general, se nos puede etiquetar en un lado o en el otro. En esta novela los personajes parecen haber olvidado, salvo en algunos momentos, que tenemos un lado racional para valorar y analizar lo que nos pasa. Y se dejan en manos de sus sentimientos y, como familia, intentan ayudarse unos a otros cuando ven que los otros se van a hundir, pero cada uno sigue optando por vivir la vida sin aplicarse el cuento de la racionalidad. Y allí en medio de todos está la madre. A ojos de cualquiera una tarada (un poco como la protagonista de Los  libros repentinos de P. Gutiérrez, interesante coincidencia para una reflexión), que además de vivir su vida excéntricamente desde que su marido la dejó, es el centro de gravedad de esa familia tan sujeta a tensiones emocionales.

La forma que ha tenido Alejandro de abordar todo este nido de problemas ha sido el humor. Si no, hubiera parecido una de esas películas sentimentales de serie B que dan a veces, o daban, en la tele. Aunque en ocasiones el humor es tan exagerado que pierde su carácter y queda un esqueleto disonante.  

El humor y una buena prosa y tantos problemas sentimentales hace que en algún momento te sientas identificado con algún personaje y en ese momento sientes que en el fondo no está mal el librito y que ha valido la pena leerlo.

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